CABEZUELA DE SALVATIERRA: Hoy la historia se repite han vuelto, la crianza de...

Hoy la historia se repite han vuelto, la crianza de los pollos, se capan y con fuerza de sacrificio se alimentan con insectos, hierba, maíz, trigo, cebada.
Por las mañanas tocan a Diana para salir al campo a trabajar con un cántico celestial mirando al cielo en señal de poderío.
Cuál es la sorpresa que cuando se juntan con las gallinas estas de acorrucan y el imperioso gallo le hace el amor gallináceo, una vez hecha su función la gallina se espolvorea en señal de complacencia.
Ellos siguen creciendo y engordando para convertirse en CAPÓN,
Hoy no nos matan él hambre pero antes era una fiesta el día que en familia se comía o bien se guardaba para el día de la Fiesta de SAN MARCOS.
En todas las casas había gallinas para el consumo de los Huevos que los ponían en los nidales de comederas hechas de las frondosas zarzas que se crían en Cabezuela de Salvatierra, las hacía con manos maestras el Tío Juan Antonio (el tío Buga"
Los niños íbamos cada día a recoger los huevos frescos con aquella Lata de Sardinas de un kls que guardaban los padres para muchos menesteres como para asar las ricas castañas con unos agujeros hechos con puntas.
La ilusión infantil era entregársela a la mama para que ella nos hiciera las tortillas de patatas, ricas como el mejor manjar del mundo porque las patatas y cebollas eran criadas en los huertos pequeños pero cultivados como mucha ilusión.
Pero estaba la piscaresca infantil si podíamos nos quedamos alguno escondido para ir almacenando alguna docena.
Pero esto no nos daba resultado y en casa de mi abuelo VICENTE, encontramos un nidal nuevo que El no sabía y así completábamos la docena.
El Paci de Ramon y yo se lo llevábamos a Tia Florencia una señora mayor muy chicharachera y ella los vendía en GUIJUELO, cuando ella venía de la venta nos pagaba pero si nos había ofrecido una peseta y tres perras gordas luego nos despachaba con la pestaña pelada porque siempre bajaban a la hora de la venta.
Nosotros ya íbamos recogiendo un dinerillo para ir a comprar el cigarrillo u otras chucherías que nos hacía ilusión.
La infancia también nos enseñaba al negocio de la vida con astucia infantil, tal vez el Abuelo y la familia lo sabían.