CABEZUELA DE SALVATIERRA: MI PUEBLO CABEZUELA EN SU AMBIENTE AÑOS 1950/1966....

MI PUEBLO CABEZUELA EN SU AMBIENTE AÑOS 1950/1966. Doscientos cincuenta personas, un pueblo de ganado, ovejas merinas, negras y churras.
Un pastor y un mayoral de ganado, tarde de primavera una campana pequeña con sonido celestial avisan que el ganado sale de los establos a la dehesa a comer las hierbas verdes y esponjosa que el campo ha criado tras las lluvias de Abril tempranero.
Calle arriba calle abajo todos sacan sus vacas para juntarlas como si fueran hermanos para ir al destino del abrevadero como eran las aguas de la charca de los Casetones. de los pedazos, cornejon, ya no hay pamplina verde para las ensaladas que a casa llevábamos los niños y con un poquito de aceite, vinagre y sal servía de un primer plato a las familias.
El vaquero con su onda de piedras y su. callada arrea las vacas que con sus cencerros tocan y alegran los cantos de las ranas.
La caseta de piedra era el habitáculo de aquel vaquero que conoce de quién es cada vaca, cada ternero y cuantas reses puede llevar cada vecino.
El tranquilo y sereno descifra el ganado como joyas del pueblo porque después se venderán en el mercado semanal de GUIJUELO, donde su propietario y chalan se pongan de acuerdo y tal vez un intermediario pícaro que cobraría comisión del vendedor y del comprador sí consiguió que se dieran la manos en señal de acuerdo.
El pastor con sus ovejas churras y merinas y alguna negra que destacaba entre el rebaño, las lleva también a abrevar al abrevadero, llevando en su cuerna las patatas machadas, y su torresno para la cena, dormirá en la choza al cuidado para que no venga el lobo, y El como el lazarillo del Tormes no le faltará ese perro que acorralaba las ovejas y entre cañizos las metía, en la tierra de barbecho para con sus incrementos pequeñas pelotitas como granos de café, abonaban la tierra.
El sacaba las tijeras y esquilaba las ovejitas y con la lana en sacas grandes a las almacenes las vendían para hacer tejidos y mantas en BEJAR, TARRASA y ZAMORA, donde las grandes fábricas tejían una vez lavada.
Todo era un ritual de armonía, y que de aquella carreras que cuando llegaba la mosca picaba a la vaca a más de 50 Klm corría porque el aguijón le dolía como si fuera más doloroso que las sanguijuelas que en la lengua se le había clavado cuando el agua bebía.
Historias de un vaquero y un pastor que con sus voces y caricias las vacas y ovejas conocían.
No son los ganados tan tontos pues en Cabezuela decíamos "eres más tonto que un burro porque tu tropiezas en la misma piedra dos veces y el burro solamente la primera."