BARBADILLO: LA SUBLEVACIÓN DE LA VALMUZA...

LA SUBLEVACIÓN DE LA VALMUZA

Ante el descontento de los caballeros salmantinos Fernando II intenta apaciguar los ánimos, encontrándose en la ciudad el 23 de marzo de 1.162 para tal fin, pero no lo consiguió, puesto que el 16 de abril de ese mismo año se encontraba en León preparando un ejército para enfrentarse al levantamiento.
El eco de esta “asonada contra el rey” debió ser grande en todo el reino puesto que el rey se vio impotente en un principio para sofocarla pues según cuentan las crónicas “Porque la ciudad de Salamanca vence a las otras ciudades del reino de León de muchos moradores y de grandes y anchos territorios…”
Los salmantinos piden ayuda a los caballeros de Avila. Ya habían guerreado anteriormente juntos formando razias contra las tropas andalusíes. Para esta ocasión eligieron caudillo a Nuño Ravia, caballero abulense, lo que indica un grado de compenetración entre ambas ciudades. En sus razias por tierras de Badajoz, guerreaban sin príncipe que encabezase sus milicias…”todos ellos se consideraban príncipes” antes que darle el mando de sus tropas a un extraño.
Julio González considera que dicha batalla se desarrolla en el año 1.162, fecha en que el rey Fernando II se encontraba abasteciendo su ejército en la zona de la Armuña, pues el 13 de Junio realiza una donación a la iglesia de León en la Orbada.
El hecho de que ambos ejércitos se encontrasen en el valle de la Valmuza puede ser por que los salmantinos hubiesen tratado de dirigir sus huestes a recuperar Ciudad Rodrigo y ante la noticia de la llegada del ejército real sobre Salamanca, volviesen sobre sus pasos, encontrándose en este valle. La batalla finaliza con la derrota de las milicias salmantinas (aparte de la anécdota del humo) al pasarse los caballeros mas importantes al bando real y detener a Munio Ravia, que fue juzgado y sentenciado a muerte.
Según otros autores, parece ser que los portugueses también reaccionaron con las armas dirigiéndose contra territorio salmantino en defensa de la población portogaleses y bregancianos ya que gran parte de la población salmantina sería de origen portugués y nada tiene de extraño que al igual que pidieron ayuda a sus hermanos abulenses la pidieran a los portugueses. Lo cierto es que el rey portugués Alfonso controla la ciudad el 13 de Enero de 1.163. Otro documento fechado el 28 de julio de 1.163 ya cita nuevamente al rey Fernando como “reinante en León y en Salamanca y toda la Extremadura” lo que prueba que ya controlaba la ciudad.
Según J. L. Sánchez García. La ciudad se subleva en junio de 1.161 hasta mediados de 1.163, avalando la hipótesis de Villar y Macías que sitúa a Munio Ravia como alcaide del Alcázar hasta esa fecha, figurando como dominante el rey portugués. Por lo que considera que dicha batalla tendría lugar en el año 1.163 y con ella se puso fin, no sólo al orgullo, la belicosidad y la libertad de los caballeros salmantinos, sino que acabó con la forma de vida de todo un pueblo y puso fin a toda una etapa.
La Valmuza fue mucho más que un episodio curioso narrado en las crónicas posteriores, en el que un pueblo belicoso, sublevado contra su rey, era derrotado por las huestes de éste. La Valmuza fue el final de una forma de vida que durante muchos años había ido conformando la idiosincrasia de todo un pueblo, forjado en la lucha y en la defensa de un territorio – la Extremadura, para los cristianos, el Al-Sarrasin, para los musulmanes – y que había hecho de las razias en este territorio y en la Transierra su forma de vida, a la vez que había ido configurando el carácter de sus gentes, dándoles su peculiar organización, tanto social como económica y, por supuesto, política.
Con la derrota de la Valmuza se acaba con una buena parte de la libertad y del poder que un número importante de caballeros, había venido disfrutando – Salamanca era la ciudad más importante y poderosa de la Extremadura del Duero, según las crónicas -. Esta derrota suponía el triunfo de la tendencia encaminada a la afirmación del poder de la monarquía feudal sobre los deseos de poder de los caballeros-pastores, no demasiado bien visto por los grupos dominantes que calificaban a esta gente de frontera como “turba de réprobos, homicidas, maléficos, adúlteros, adivinos, odiosos ladrones…”
Además, con la derrota de la Valmuza no sólo se consolidaban Ledesma y Ciudad Rodrigo, sino que se ponía fin a la expansión territorial de la ciudad del Tormes, pues, amén de recortar su término y cerrar el paso a su expansión hacia el oeste, se le privaba de sus mejores hombres, de sus más aguerridos caballeros.
Le siguen unos años en los que parece que el Fuero de la ciudad desaparece de la escena pública, ya que “el concejo” como conjunto de vecinos con entidad institucional objeto de actuaciones jurídicas y acogidas a Fuero, no da señales de vida. El cabildo catedralicio mantiene conflictos con los concejos vecinos, con las órdenes militares, con otros cabildos…, pero no hay ni una sola referencia al concejo salmantino, es decir, al conjunto de vecinos de la ciudad del Tormes.
Le sigue a esto un periodo de luchas y enfrentamientos entre los diferentes cabildos, o de estos con las órdenes religiosas o con los diferentes concejos, debido a que los territorios no estaban estrictamente delimitados y podían ir variando conforme a las diferentes concesiones de villas y aldeas con sus respectivos términos que el rey otorgaba. A parte de la imprecisión de la demarcación geográfica, el ámbito de la actuación jurídica de un concejo no impide la existencia de otras jurisdicciones diferentes en sus territorios, principalmente de señorío eclesiástico. Este fenómeno comienza a mediados del S. XII y se da con más fuerza en el S. XII.

Entrega por capítulos. Parte II. Saludos Rober.


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