Buenas y veraniegas tardes, amigos contertulios: Pues sí, Rober: la fábrica de harinas era ya antigua, su creador se llamaba José Vaquero García (aunque creo que era con B, como el del queso). La explotaba Harinera Salmantina, S. L. que pertenecía a la familia Coca y de ahí que su gerente fuese el inolvidable Don Manolo, abuelo de varias de nuestras contertulias, que parece que han tomado vacaciones al no tener noticias de ellas tiempo ha.
Esta harinera, ya que necesitaba electricidad para su funcionamiento, fué concesionaria de Electra de Salamanca para el suministro eléctrico a Barbadillo; aún recuerdo al Sr. Desiderio, el electricista, tomando lecturas y cobrando los recibos, amén de peleándose con una instalación muy deficiente, que fallaba a menudo. Una parte de las casas del pueblo no tenían contador y pagaban un tanto alzado: tenían que apagar una bombilla para encender otra en otro cuarto de la casa y no te digo nada de la picaresca para planchar o conectar un aparato de radio a través de un portalámparas con enchufe. Hay que tener en cuenta que sólo había luz a partir de la puesta de sol y hasta el amanecer del día siguiente; recuerdo los domingos, cuando D. José ponía cine, cómo había que pedir a don Manolo que conectase antes de hora: se hacía de rogar, pero siempre accedía; la verdad es que tenía un carácter un poco severo y a veces hosco, pero era a vista de la galería: en su interior era una persona muy sociable y lo digo con conocimiento de causa, debido a la muy buena amistad que mis padres tenían con él y con el resto de su familia. Como muestra, recuerdo que una vez cerrada la harinera se trasladó a Salamanca y estuvo un tiempo en el Banco Coca haciendo algo así como de comercial, aprovechando las buenas relaciones que tenía: no queráis saber el disgusto que se llevó cuando la quiebra del banco, por los perjuicios que sufrieron aquéllos que confiaron en él.
Bien, en mi casa sí que teníamos contador eléctrico y como Rodrigo, padre de Rober montó el taller de carpintería y nuestra casa pillaba en medio del tendido, tuvimos electricidad de forma continuada desde que yo recuerde.
Por cierto, el Sr. Paulino q. e. p. d., el que compró nuestra casa, me comentó que se había interesado por lo que era todo el complejo de la harinera, que por cierto, era una ruina la última vez que estuve en Barbadillo, hace unos ocho años; supongo que ahora estará peor. Cosa curiosa: la estructura de la fábrica era endeble, con gran parte de adobe y vibraba cuando estaba en funcionamiento, pero no corría peligro: las máquinas que producían más vibración estaban en fase contrapuesta, los grandes cedazos con movimiento de vaivén lo hacían en sentidos opuestos y así se compensaban las fuerzas; hay que reconocer que estaba bien pensada para la época; luego el tiempo y el abandono pudieron más que los vaivenes y las vibraciones; ciertmente, se quedó un tanto desfasada y le iba comiendo terreno la del Carolo, de construcción mucho más reciente; por cierto, ¿sigue funcionando aquél complejo, harinera, fábrica de embutidos, (no de lo mejor, por cierto) laboratorio... o las urbanizaciones tomaron el relevo?
En fin, contertulios, que lo dejo para otro día; a seguir bien y saludos de Luis, de Casa Resti
Esta harinera, ya que necesitaba electricidad para su funcionamiento, fué concesionaria de Electra de Salamanca para el suministro eléctrico a Barbadillo; aún recuerdo al Sr. Desiderio, el electricista, tomando lecturas y cobrando los recibos, amén de peleándose con una instalación muy deficiente, que fallaba a menudo. Una parte de las casas del pueblo no tenían contador y pagaban un tanto alzado: tenían que apagar una bombilla para encender otra en otro cuarto de la casa y no te digo nada de la picaresca para planchar o conectar un aparato de radio a través de un portalámparas con enchufe. Hay que tener en cuenta que sólo había luz a partir de la puesta de sol y hasta el amanecer del día siguiente; recuerdo los domingos, cuando D. José ponía cine, cómo había que pedir a don Manolo que conectase antes de hora: se hacía de rogar, pero siempre accedía; la verdad es que tenía un carácter un poco severo y a veces hosco, pero era a vista de la galería: en su interior era una persona muy sociable y lo digo con conocimiento de causa, debido a la muy buena amistad que mis padres tenían con él y con el resto de su familia. Como muestra, recuerdo que una vez cerrada la harinera se trasladó a Salamanca y estuvo un tiempo en el Banco Coca haciendo algo así como de comercial, aprovechando las buenas relaciones que tenía: no queráis saber el disgusto que se llevó cuando la quiebra del banco, por los perjuicios que sufrieron aquéllos que confiaron en él.
Bien, en mi casa sí que teníamos contador eléctrico y como Rodrigo, padre de Rober montó el taller de carpintería y nuestra casa pillaba en medio del tendido, tuvimos electricidad de forma continuada desde que yo recuerde.
Por cierto, el Sr. Paulino q. e. p. d., el que compró nuestra casa, me comentó que se había interesado por lo que era todo el complejo de la harinera, que por cierto, era una ruina la última vez que estuve en Barbadillo, hace unos ocho años; supongo que ahora estará peor. Cosa curiosa: la estructura de la fábrica era endeble, con gran parte de adobe y vibraba cuando estaba en funcionamiento, pero no corría peligro: las máquinas que producían más vibración estaban en fase contrapuesta, los grandes cedazos con movimiento de vaivén lo hacían en sentidos opuestos y así se compensaban las fuerzas; hay que reconocer que estaba bien pensada para la época; luego el tiempo y el abandono pudieron más que los vaivenes y las vibraciones; ciertmente, se quedó un tanto desfasada y le iba comiendo terreno la del Carolo, de construcción mucho más reciente; por cierto, ¿sigue funcionando aquél complejo, harinera, fábrica de embutidos, (no de lo mejor, por cierto) laboratorio... o las urbanizaciones tomaron el relevo?
En fin, contertulios, que lo dejo para otro día; a seguir bien y saludos de Luis, de Casa Resti