Ofertas de luz y gas

ALDEASECA DE LA FRONTERA: JUEGOS DE MI INFANCIA: VARIOS II...

JUEGOS DE MI INFANCIA: VARIOS II

EL ESCONDITE INGLES: Juego típico para disfrutar en familia. Lo primero, como siempre, buscar a alguien para que “se la quede” y se pondrá mirando hacia una pared, dando la espalda a los demás, que se encuentran a una distancia considerable. “Un, dos, tres, al escondite inglés, sin mover las manos ni los pies.” Esto es lo que canta apoyado en el muro, y en lo que dura su relato, los oponentes van avanzando poco a poco hacia él. La gracia es que en cuanto acaba de decir la frase, mira rápidamente hacia atrás. Todos los que se estaban moviendo, deben quedarse quietos, muy quietos, cual mimo de la Plaza Mayor, como si fuesen estatuas. Si te pillan en una posición cómoda, es fácil aguantar, pero si te cogen sobre una pierna, o encorvado, al final te acabas moviendo, con lo cual pasas a cambiar de sitio, ocupando el lugar del que está en la pared, y se empieza el juego de nuevo. El juego termina, cuando todos los jugadores, llegan al que podríamos definir como “muro de las lamentaciones”, sin ser descubierto en movimiento. Con un “por mí”, dabas a conocer a todos los participantes que habías conseguido tu objetivo con eficacia. Si todos llegan, se vuelve a comenzar la partida, quedánse en la pared, el mismo que en la partida anterior.

A MATAR: A pesar del nombre de este juego, es inofensivo, gracioso, competitivo, imaginativo.... Os comento. Lo primero que vamos a necesitar es un balón, y dos jugadores que sean los que tienen que “matar” a los contrincantes, dandoles con él, en alguna parte del cuerpo. Mejor que entremos en situación porque si no os vais a hacer un lío, porque esta vez me estoy adelantando un poco. Se determina previamente un rectángulo de juego. Cada uno de los que por sorteo van a ser los lanzadores, ocuparán uno de los extremos del campo, por su parte más alargada, por supuesto. Todos los demás se quedan entre medias de los dos, y tienen que conseguir, que el balón no les roce en ningún momento. Si no fuese así, y es tocado, se debe salir del campo, y esperar a que se eliminen todos sus compañeros, para volver a empezar otra partida nueva, o que alguno consiga una “vida” (que no es más que coger el balón al vuelo, sin que haya tocado previamente el suelo), y con un gesto de compañerismo quiera dársela y así volver al juego, o que, una vez eliminados todos menos uno, éste consiga aguantar diez tiros, sin ser dado, con lo que todos los que esperan fuera, son rescatados y el juego vuelve a empezar con los mismos lanzadores. En caso de que no consiguiera aguantar esos diez disparos, los dos primeros que fueron eliminados pasan a ser ahora los eliminadores.

Desde que hemos empezado a hablar de estos juegos, intento convencer a mis hijos y a sus amigos para que jueguen a ellos, y cuando puedo, yo me sumo y algún que otro padre también. Como anécdota contaros, que a la salida del cole de los crios la semana pasada, nos pusimos a jugar a “matar”, y junto a todos los chavales eramos cuatro padres de edades considerables. Cómo se reían de nosotros los capullos, porque nos costaba ya recoger el balón del suelo, o porque se nos escapaba un balón que venía lento, o porque empezábamos a sudar a la tercera carrera.... Y cómo disfrutamos nosotros con ellos, corriendo de un lado para otro, saltando, riendo, recordando nuestra infancia. El martes hemos vuelto a quedar, y ésta vez me he prometido a mí mismo, no caerme tanto.