No hace mucho tiempo tuve la ocasión de conocer Alaraz. En mi propósito de visitar pueblos rústicos no podía faltarme éste. Me sorprendió el maravilloso desfile de vacas que se movían con elegancia por las calles y su frondosa arboleda bajo la que podía leer tranquilamente mi libro favorito. Me bañé en su caudaloso río no sin alguna lesión en mis pies por las piedras que iba pisando. La sencillez de todos sus habitantes me cautivó. Pude saber de las posesiones de cada uno ellos pues se sentían cercanos a mí como si me conocieran de toda la vida. Las diversiones que pude encontrar fueron diversas: o quedarme en casa, por el hecho de ser mujer o atreverme a ir al bar a jugar a las cartas. Las tapas típicas de Alaraz son las pipas de girasol y un buen chato de vino, aunque los domingos y festivos tradicionalmente se puede tapear cualquier cosa, con vino y cerveza.