Te agredezco la valentía de hablar de tu hijo Victor en esta página. Cada vez que me acerco a este bello rincón, me acuerdo de tu hijo, aunque no lo conocí ni soy del pueblo. Y estoy agradecido por su trabajo, que ayudó a la restauración y a que los demás podamos disfrutar de la belleza de esta iglesia. Gracias, Víctor.