«Hay que mirar por las rendijas por donde aún se cuela la luz». La reflexión, escuchada en la última homilía al cura del pueblo, aun resuena hoy en mis oídos y sigo dándole vueltas a esta sencilla, pero profunda consideración, analizando e intentando comprender su verdadero significado.
La frase, me llega, con una fuerza especial, cuando el templo donde fue pronunciada y los de la mayoría de cada pueblo del medio rural, parecen haberse quedado, metafóricamente, a oscuras. Hoy, pensando y meditando un poco su significado, me encuentro ante el dilema de la rendija y la luz… ¿Sera porque a veces, la vida de cada uno de los habitantes del medio rural está, aunque metafóricamente hablando, como las iglesias edificio de nuestros pequeños pueblos de la Valdecuriada?… ¿A oscuras, vacía, sola, como un cascarón?…
¿Y si el único "milagro" que queda en este medio rural tan olvidado, sea ese sencillo gesto de resistencia, de intentar mirar por esas rendijas donde aún se cuela esa luz base de un posible futuro?… ¿Y si el milagro, al fin, sea el simple hecho de quedarse, de convivir con sus gentes, estar en cada pequeño pueblo, aunque sea contemplando unas imponentes estructura desde fuera y que un día tuvieron el significado que hoy tienen?... ¿Qué, la labor de personas que tienen ciertas responsabilidades, sea al final acompañar a los pocos que quedamos, los que habitamos el olvido?…
Desde estas sencillas lineas, y una vez de intentar analizar la frase y su contenido, quiero rendir un homenaje a dos curas de la comarca de Saldaña y reconocer su trabajo. Los milagros, por mucho que nos esforcemos tal y como nos los han pintado, ya no existen, pero puedo decir alto y claro, que siguen existiendo esos “Dioses rurales” que han sabido darle a la comarca de Saldaña ese milagro...
Un homenaje, sí, y aunque sea algo subjetivo, a quienes han entendido esa verdad fundamental que a tantos se les escapa y que precisamente no está en el interior de los imponentes templos de cada pueblo. A esos "Dioses rurales", cuyo trabajo, se aleja de los púlpitos para anclarse en la vida de sus gentes. Ellos saben y han tratado de transmitir a los habitantes de estos pequeños pueblos, que la fe, no reside en el incienso ni en la solemnidad del templo, sino en el latido de un pueblo que se resiste a desaparecer.
Los verdaderos Dioses rurales no visten sotana ni alzacuellos: su iglesia es la calle, su banco sagrado es el que se comparte a la sombra de la chopa de Villorquite, y su liturgia, quizás la tertulia lenta en el bar de la estación o de cualquier teleclub de este nuestro medio rural.
…Los que se saben el nombre de todos los que resistimos; los que conocen los problemas de cada persona, de cada casa; los que echan una parlada con el "solterito" de cada pueblo o con el solitario… Con el abuelo cuyas manos, solo con verlas, cuentan una historia de esfuerzo y sacrificio.... Esas personas ya muy mayores, que al fin son los que quedan en el medio rural y que son los más necesitados de ese trato amigo pues, en cada gesto, en cada surco, cada callo de esas manos vive un pasado…
Desde mi humilde punto de vista, esta es la verdadera labor que hay que hacer en el medio rural…La otra… la que se gesta con aspavientos, procesiones y sermones de pulpito dominical, solo forma ya parte de un pasado que se va alejando en el pasar de los tiempos... Y me sonrío, un poco, porque ahora puedo decirlo… Ahora que la censura ya no aprieta mi garganta como lo hizo en los años de mi infancia…
…Por eso, y desde estas lineas quiero brindar un homenaje extraordinario a Ramón y a Luis Ángel… a esos "Dioses rurales" a cuyos nombres no hay que añadirles Don… Su trabajo oculto y esencial, que aunque quizás pueda haber alguien que no entiendan, son como esas raíces que trabajan ocultas: no se ven, pero sostienen el árbol.
La institución Iglesia de hoy en día, quizás no entienda que la solución, y aunque pueda ser una metáfora, no es, “ desvestir un santo para vestir a otro, sino cuidar la porcelana”…
“JMGG”
La frase, me llega, con una fuerza especial, cuando el templo donde fue pronunciada y los de la mayoría de cada pueblo del medio rural, parecen haberse quedado, metafóricamente, a oscuras. Hoy, pensando y meditando un poco su significado, me encuentro ante el dilema de la rendija y la luz… ¿Sera porque a veces, la vida de cada uno de los habitantes del medio rural está, aunque metafóricamente hablando, como las iglesias edificio de nuestros pequeños pueblos de la Valdecuriada?… ¿A oscuras, vacía, sola, como un cascarón?…
¿Y si el único "milagro" que queda en este medio rural tan olvidado, sea ese sencillo gesto de resistencia, de intentar mirar por esas rendijas donde aún se cuela esa luz base de un posible futuro?… ¿Y si el milagro, al fin, sea el simple hecho de quedarse, de convivir con sus gentes, estar en cada pequeño pueblo, aunque sea contemplando unas imponentes estructura desde fuera y que un día tuvieron el significado que hoy tienen?... ¿Qué, la labor de personas que tienen ciertas responsabilidades, sea al final acompañar a los pocos que quedamos, los que habitamos el olvido?…
Desde estas sencillas lineas, y una vez de intentar analizar la frase y su contenido, quiero rendir un homenaje a dos curas de la comarca de Saldaña y reconocer su trabajo. Los milagros, por mucho que nos esforcemos tal y como nos los han pintado, ya no existen, pero puedo decir alto y claro, que siguen existiendo esos “Dioses rurales” que han sabido darle a la comarca de Saldaña ese milagro...
Un homenaje, sí, y aunque sea algo subjetivo, a quienes han entendido esa verdad fundamental que a tantos se les escapa y que precisamente no está en el interior de los imponentes templos de cada pueblo. A esos "Dioses rurales", cuyo trabajo, se aleja de los púlpitos para anclarse en la vida de sus gentes. Ellos saben y han tratado de transmitir a los habitantes de estos pequeños pueblos, que la fe, no reside en el incienso ni en la solemnidad del templo, sino en el latido de un pueblo que se resiste a desaparecer.
Los verdaderos Dioses rurales no visten sotana ni alzacuellos: su iglesia es la calle, su banco sagrado es el que se comparte a la sombra de la chopa de Villorquite, y su liturgia, quizás la tertulia lenta en el bar de la estación o de cualquier teleclub de este nuestro medio rural.
…Los que se saben el nombre de todos los que resistimos; los que conocen los problemas de cada persona, de cada casa; los que echan una parlada con el "solterito" de cada pueblo o con el solitario… Con el abuelo cuyas manos, solo con verlas, cuentan una historia de esfuerzo y sacrificio.... Esas personas ya muy mayores, que al fin son los que quedan en el medio rural y que son los más necesitados de ese trato amigo pues, en cada gesto, en cada surco, cada callo de esas manos vive un pasado…
Desde mi humilde punto de vista, esta es la verdadera labor que hay que hacer en el medio rural…La otra… la que se gesta con aspavientos, procesiones y sermones de pulpito dominical, solo forma ya parte de un pasado que se va alejando en el pasar de los tiempos... Y me sonrío, un poco, porque ahora puedo decirlo… Ahora que la censura ya no aprieta mi garganta como lo hizo en los años de mi infancia…
…Por eso, y desde estas lineas quiero brindar un homenaje extraordinario a Ramón y a Luis Ángel… a esos "Dioses rurales" a cuyos nombres no hay que añadirles Don… Su trabajo oculto y esencial, que aunque quizás pueda haber alguien que no entiendan, son como esas raíces que trabajan ocultas: no se ven, pero sostienen el árbol.
La institución Iglesia de hoy en día, quizás no entienda que la solución, y aunque pueda ser una metáfora, no es, “ desvestir un santo para vestir a otro, sino cuidar la porcelana”…
“JMGG”
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