Este edificio es uno de los antigüos palomares que poblaban la tierra de campos cuando la economía y el sustento diario se basaba en los productos de la tierra y un palomino era un bocado exquisito.
Hoy día caducada su utilidad se desmorona impunemente como tantas cosas del pasado aunque sean dignas de conservación por su porte casi magestuoso o su singular belleza.