Recuerdo todas las maravillosas
noches de
verano, tendidas sobre los
tejados de alguna
bodega, con un jarrillo de vino en la mano, intentando ver las estrellas fugazes en el
cielo, y pidiendo el deseo de que aquel verano durase una eternidad.
La pena es que el verano acababa y cada uno regresabamos a nuestras vidas cotidianas, añorando todos los momentos disfrutados en el
pueblo más maravilloso del mundo, y aunque esté lejos, su olor, su calma, su gente, siempre esta presente en mis sueños.
Virgi.