Todos los
amaneceres de Castilla, todos los atardeceres en
verano, su
rio Pisuerga, las heras, los
colores ocres de sus
paisajes, las mujeres y los hombres del
campo, el olor a
naturaleza viva, a
fruta fresca y trigo cosechado. Siempre vivirá en mi memoria, este
pueblo querido,
Cordovilla la Real, el pueblo que vivió mi adolescencia, mi despertar a la vida, cuando en aquellos
veranos de los años 60, viajaba en compañia de mi padre, como un guia perfecto, orgulloso de el pueblo en que había nacido,
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