Al igual que en Francia e Italia, son muchas las localidades de España en las que, además de algún monasterio o abadia, existen iglesias o ermitas dedicadas conjuntamente a San Quirico y Santa Julita y en las que cada 16 de junio se celebran en su honor fiestas y romerías. En alguna de las de Francia existen incluso reliquias de estos santos. Su devoción fue introducida en estos países y extendida en todas sus capas sociales durante la Edad Media, atribuyéndoseles muchos milagros y creándose en torno a ellos multitud de historias y leyendas. Su historia viene a resultar amplia y muy tierna a la vez. De procedencia noble y estatus social alto, como descendientes de antiguos reyes, eran madre e hijo. Ella una joven viuda y él un niño de tan solo cuatro años. Abrazaron el cristianismo como consecuencia de las predicaciones de San Pablo en la Zona de Asia Menor entonces bajo el dominio del Imperio Romano, y cuando por sus autoridades se sometía a los cristianos a una persecución implacable y cruenta. Y en la ciudad de Tarso por el año 405 d. c. ambos sufrieron el martirio por negarse a abjurar de su fe cristiana. Quirce o Quirze es una derivación de Quirico, y en España existen tres poblaciones con el nombre de San Quirce; una en la comarca del Vallés en la provincia de Barcelona; otra en la provincia de Burgos (hay en la misma una abadía con igual nombre), y la de nuestro querido pueblo San Quirce de Pisuerga (o de Riopisuerga), actualmente perteneciente a la provincia de Palencia (hasta los años setenta lo era de la de Burgos). San Quirico ejerce el patronazgo de los aserradores.