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SAN QUIRCE DE RIOPISUERGA: Gracias, Carlos, por las fotografias que, de San Quirce,...

Gracias, Carlos, por las fotografias que, de San Quirce, has puesto en la Página. La panorámica que nos muestra esta desde El Santo es excelente. El alto dominante de San Quirce. El lugar que, con su Ermita, se hace ver desde muy lejos, y desde el que asimismo se pueden observar no solo el entorno de los campos próximos que conforman siempre cambiantes y extraordinarios paisajes, sino aquellos de otras comarcas, los que se pierden en el lejano horizonte y los que encuentran su límite en las cercanas montañas palentinas del norte de la provincia.
El Santo. Lugar que tantas veces ha sido mi punto de referencia, la atalaya en la que mi sitúo cuando mi pensamiento vuela a esas queridas tierras para recordar, para recrearme con alguna ensoñación, para intentar revivir mis pequeñas historias pertenecientes a etapas ya lejanas de mi vida, de infancia, de adolescencia, cuyo escenario fue ese pueblo que me vio nacer.
Y, una vez más, mirando esta bonita imagen, mi pensamiento se ha escapado volando hasta ese lugar, hasta la cima de la colina de El Santo. Para ser testigo, junto a su Ermita, de un amanecer, porque uno es libre de soñar despierto y recrearse con la imaginación, porque de alguna manera trato de volver a ver y sentir algo que se guarda en mi memoria como ya experimentado alguna vez, hace muchos, muchos años.

"Poco a poco va emergiendo en sol de la oscuridad. Se despierta San Quirce, y sus campos. Y se aspira un profundo olor a tierra con mezcla de mil aromas. Una ligera capa de rocío cubre la hierba como brocado de plata. Abajo, en la amplia vega, que se extiende de norte a sur, flota todavía la bruma sobre las frondosas riberas, sobre las choperas, del caudaloso río Pisuerga, y una pequeña réplica un tanto deshilachada se mantiene sobre los tramos rectilineos del viejo Canal de Castilla. Por una parte el monte, entre cuyas encinas se esconden juguetones, misterioros y a la vez diáfanos, los primeros rayos del Astro Rey en su imparable camino hasta su ocaso. Al fondo, mirando al sur, la luz de la mañana clarea sobre las tierras del Páramo, los Borcos, el Valle; sobre el alto de la Llosa, cuyas sombras se proyectan sobre las de los Llanos, las Praderas, Fuentesol... El pueblo de Herrera se ve al final, antes de marcarse el horizonte. Abajo, al pie de la colina, también se despereza nuestro querido pueblo de San Quirce, resplandece su iglesia. Se ven cercanas algunas casas de Barrio, el valle de Conejera y, más retirado, Alar. Todavía con nieve en sus cumbres, allá hacia el oeste, se elevan arrogantes y altaneras, con los primeros reflejos matinales, las Montañas Palentinas de Cervera; las qoe ponen límite a comarcas como la Ojeda, de campos policromados, entre los que se divisa alguno de sus pequeños pueblos. Y el sol sigue su camino, se eleva, se hace fuerte, mostrando la bóveda del cielo adornada en su cénit por algunas nubes blancas que se mueven lentamente mientras, minuto a minuto, ese cielo se va transformando en un azul cada vez más intenso. Y el alma se serena. Solo las alondras rompen con sus trinos el silencio bienhechor de la mañana, extendido sobre inmensidad de las queridas tierras castellanas".

UN SUEÑO QUE ES UNA REALIDAD, CUANDO ASÍ SE PUEDE VER Y SENTIR UN AMANECER DESDE EL SANTO, DESDE SAN QUIRCE.