TRABAJÓ DURO Y FORJÓ UNA FORTUNA
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El abuelo llegó a la ciudad con los bolsillos vacíos y las manos llenas de callos.
Trabajaba 16 horas al día. Comía lo justo.
Nunca se quejaba. Trabajaba, ahorraba.
No había vicios, ni tiempo que perder.
Y así fue juntando un capital y empezó a
comprar terrenitos que la gente le ofrecía por apuro o por necesidad.
Compraba y vendía. Compraba y vendía.
A los 45 ya tenía terrenos, alquilaba cuartos, tenía tres
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