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justo y la barandilla
Vamos a ver, Saturnino: que no hace falta. No la presupuyestaron. Y, además, si alguien se cae al río, no pasa nada porque todos saben nadar y guardar la ropa.
O sea, que en su momento no se colocó por lo que fuera, y luego tampoco se colocó por lo que no fuera. ¡Y ahì está sin ella!
Vaya, hombre. Dejé de escribir yo y se paró el carro, nunca mejor dicho lo de carro, y más, hablando del pueblo.
¡Mira que yo no tengo ni una triste foto de los carros que tiraban las vacas y los bueyes en aquellos años! Me traen recuerdos nostálgicos. Me acuerdo muy bien de cuando íbamos a acarrear lejos (Tapuela, Las Negras, Misón, Mojón Grande, etc.), que nos instalábamos en el carro a dormir hasta llegar a las fincas, y los animales iban casi solos por los caminos sin equivocarse. ¡Hombre, ... (ver texto completo)