Payo de Ojeda, el querido pueblo en el que nació mi padre y en el que viví los ocho primeros años de mi vida está situado a una altitud de 1.075 metros sobre el nivel del mar, y tiene dos barrios separados por un pequeño arroyo de agua incesante conocido como el rio de Payo: el Barrio de Abajo y el Barrio de Arriba. Se encuentra situado en el valle que riega dicho rio al que los de Payo de Ojeda también llaman "Riomicieces" y los de La Vid de Ojeda (el pueblo en el que nací) denominan el "Rio de Villavega". Su nacimiento tiene lugar un poco más arriba del desaparecido molino de mi tio Emilio, en una abundante fuente que era conocida como "la fuente de Don Pedro", y desemboca en el Río Burejo, dentro ya del término municipal de La Vid de Ojeda. Mi hermano Jaime sostiene la tesis de que dicha fuente se denomina así porque en el año 1.674 había en el pueblo un cura que se llemaba "el licenciado Don Pedro Hustio", el cual fue el constructor del pórtico de la Iglesia en el que en una de sus columnas se conserva una lápida conmemorativa de su construcción. Probablemente a ese insigne sacerdote le gustaba ir a pasear por los alredeores de dicha fuente que terminó siendo bautizada por los habitantes del pueblo con su mismo nombre. Todos los pueblos ojedanos están ubicados en una comarca que bordea la montaña palentina desde los que se vislumbran las primeras estribaciones montañosas del norte de mi querida provincia de Palencia. Tanto Payo de Ojeda como el vecino pueblo de Micieces de Ojeda, se sitúan en el epicentro de otros dos valles paralelos que encierran ambos pueblos y que están regados por los ríos Boedo, al oeste, y Burejo, al este. Los vientos del norte y del sur orean los campos de La Ojeda, cubiertos de muchos olmos, robles, rebollos y encinas que embellecen el paisaje. Son tierras frescas que en otros tiempos estuvieron tapizadas de umbrosas arboledas y que, desde siempre, han tenido como principal cultivo el trigo, el centeno, la avena y la excelente patata que da su tierra rojiza y fértil. Hay quien dice que la comarca de La Ojeda recibe su nombre por las numerosas hojas que cubrían el suelo en sus pintorescos otoños (Fojeda). Abundan las liebres, las codornices y las perdices, y aún recuerdo ver llegar a mi padre a casa con una buena pescata de cangrejos que cogía en cualquiera de sus muchos regatos. Unos cangrejos de enormes pinzas delanteras que desgraciadamente han desparecido a pesar de su intento de repoblación. (Soy Manolito, el último de los hijos de Leoncio Serrano Santos, que fue el Maestro de los Niños en Payo de Ojeda, su pueblo de nacimiento, desde el día 8 de Enero de 1.944 hasta finales del mes de Octubre del año 1.952).