Los preparativos comenzaban ya de víspera y las mujeres picaban grandes cantidades de cebolla para hacer las morcillas. Al día siguiente, muy de mañana, los hombres más fuertes empujaban hasta el tajo, al pobre gocho, que intuyendo su destino se resistía con todas sus fuerzas.
Era un espectáculo horrible que no atraía a nadie, por lo que era difícil encontrar a alguien con mano firme y certera para ejecutarlo rápido y evitar el largo sufrimiento y agonía del pobre animal.
Después se obsequiaba a todos con pan y aguardiente. A Los niños se les camuflaba el aguardiente
Era un espectáculo horrible que no atraía a nadie, por lo que era difícil encontrar a alguien con mano firme y certera para ejecutarlo rápido y evitar el largo sufrimiento y agonía del pobre animal.
Después se obsequiaba a todos con pan y aguardiente. A Los niños se les camuflaba el aguardiente
