Cómo ha cambiado la vida.
Si se nos ocurre preguntar a nuestros hijos o a nuestros nietos el recuerdo que tienen sobre sus primeros reyes, estoy convencida de que les daría la risa…
Sin embargo al igual que me pasa a mi, me imagino que a mas de uno os habrá sucedido lo mismo.
Yo creo que por muchos años que Dios me de de vida, nunca me podré olvidar de mis primeros reyes.
No recuerdo con exactitud los años que yo tendría; pero creo que no mas de seis.
Recuerdo que tanto mi hermano Manolo como yo, ese día tuvimos un feliz despertar después de haber dejado por la noche los zapatos bien limpios y con unas pastas y una bebida para que los señores Reyes, cogieran fuerzas…
Tanto mi hermano como yo cuando abrimos los ojos y vimos nuestros regalos; no dábamos crédito…A mi hermano, le habían traído un hermoso camión de madera y a mi, una muñeca, ¡preciosa! que estoy convencida de que a la hora de comprarla, no tuvieron ni el mas minino reparo.
Por aquellos años, era normal que el material y la composición fueran, con el cuerpo de cartón plastificado y la cara de china.
Recuerdo que la cogí entre mis brazos y no había forma de que nadie me la quitara…
Al cabo de un tiempo y cuando ya los nervios se fueron calmando, nos quedamos mi hermano Manolo y yo solos y comenzamos a disfrutar de aquel milagro.
De repente mi hermano me dice, que como su camión es muy grande, podemos montar a mi muñeca y la podemos dar un paseo…
Yo muy contenta, le dije que si; pero que la llevara muy despacito para que no se volcara…
De momento la cosa iba viento en popa; pero en un momento dado, llego una curva que mi hermano tomo con fuerza…y mi linda muñeca se cayo al suelo y su carita de china se hizo! mil pedazos!..
Al ver su carita en el suelo, os podéis imaginar la llantera que a mi me entro. Mi hermano el pobre se sentía culpable y termino llorando conmigo.
En décimas de segundos, mis sueños de tener una muñeca de verdad, se me habían roto por completo (nunca mejor dicho).
Recuerdo que mi madre no paraba de decirme, que ella me aria otra cara parecida y que yo seguiría teniendo mi muñeca.
“Qué fácil hubiera sido en los momentos actuales ir corriendo a un centro comercial”.
A las dos horas, mi madre ya se había puesto manos a la obra y con un trapo blanco lleno de serrín, consiguió hacerme y pintarme una cara de muñeca que luego unió al cuerpo de la verdadera para que por lo menos mi día de reyes, no fuera tan amargo.
Imaginaros el disgusto añadido de mis padres después de haber hecho el sacrificio de comprarlo y ver truncadas sus ilusiones.
Recuerdo que a lo largo de aquel día mi hermano, no quería soltar el camión de sus brazos por miedo a que también a él se le rompiera…
Si se nos ocurre preguntar a nuestros hijos o a nuestros nietos el recuerdo que tienen sobre sus primeros reyes, estoy convencida de que les daría la risa…
Sin embargo al igual que me pasa a mi, me imagino que a mas de uno os habrá sucedido lo mismo.
Yo creo que por muchos años que Dios me de de vida, nunca me podré olvidar de mis primeros reyes.
No recuerdo con exactitud los años que yo tendría; pero creo que no mas de seis.
Recuerdo que tanto mi hermano Manolo como yo, ese día tuvimos un feliz despertar después de haber dejado por la noche los zapatos bien limpios y con unas pastas y una bebida para que los señores Reyes, cogieran fuerzas…
Tanto mi hermano como yo cuando abrimos los ojos y vimos nuestros regalos; no dábamos crédito…A mi hermano, le habían traído un hermoso camión de madera y a mi, una muñeca, ¡preciosa! que estoy convencida de que a la hora de comprarla, no tuvieron ni el mas minino reparo.
Por aquellos años, era normal que el material y la composición fueran, con el cuerpo de cartón plastificado y la cara de china.
Recuerdo que la cogí entre mis brazos y no había forma de que nadie me la quitara…
Al cabo de un tiempo y cuando ya los nervios se fueron calmando, nos quedamos mi hermano Manolo y yo solos y comenzamos a disfrutar de aquel milagro.
De repente mi hermano me dice, que como su camión es muy grande, podemos montar a mi muñeca y la podemos dar un paseo…
Yo muy contenta, le dije que si; pero que la llevara muy despacito para que no se volcara…
De momento la cosa iba viento en popa; pero en un momento dado, llego una curva que mi hermano tomo con fuerza…y mi linda muñeca se cayo al suelo y su carita de china se hizo! mil pedazos!..
Al ver su carita en el suelo, os podéis imaginar la llantera que a mi me entro. Mi hermano el pobre se sentía culpable y termino llorando conmigo.
En décimas de segundos, mis sueños de tener una muñeca de verdad, se me habían roto por completo (nunca mejor dicho).
Recuerdo que mi madre no paraba de decirme, que ella me aria otra cara parecida y que yo seguiría teniendo mi muñeca.
“Qué fácil hubiera sido en los momentos actuales ir corriendo a un centro comercial”.
A las dos horas, mi madre ya se había puesto manos a la obra y con un trapo blanco lleno de serrín, consiguió hacerme y pintarme una cara de muñeca que luego unió al cuerpo de la verdadera para que por lo menos mi día de reyes, no fuera tan amargo.
Imaginaros el disgusto añadido de mis padres después de haber hecho el sacrificio de comprarlo y ver truncadas sus ilusiones.
Recuerdo que a lo largo de aquel día mi hermano, no quería soltar el camión de sus brazos por miedo a que también a él se le rompiera…