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MANTINOS (Palencia)

Con esto se cardaba la lana
Foto enviada por Mª Tere

CARDAR LA LANA

Una vez limpia y seca la lana se tenía que cardar, es decir, dejarla sin ninguna impureza y tan esponjosa que parecía retazos de las livianas nubes.

Se lograba con dos objetos iguales llamados "cardas", formado por un mango adosado a una tabla ligeramente rectangular, por una parte de madera lisa y por la otra llena de alambres finos resistentes. Sobre esta superficie puntiaguda se extendía un trocito de lana, cubriéndola seguidamente con la otra carda, por la misma cara pero con los mangos en sentido contrario, de forma que al tirar de ellos raspaban la lana, perdiendo parte de las espiguillas o palitos que aún conservaba.

Era necesario repetir varias veces pero sin pararse a colocar la lana, que iba de una carda a la otra como si tuviera voluntad propia, hasta que se pudiera mirar al trasluz y no ver otra cosa que finísimos pelos lisos y ligeros como una pluma. Recibían el nombre de copos y con ellos llenaban un cesto de mimbre pero sin aplastarlos. No se volvía a reanudar esta tarea hasta que todo quedaba hilado, pues cuánto más mullido estuviese más fácil resultaba el trabajo.

Se utilizaba dos husos: Uno pequeño y manejable con el que la tarea se realizaba sentada y el otro mucho más grande que se manejaba de pie.

Comenzaba el hilado con el pequeño, retorciendo un trocito de lana con los dedos y tirando suavemente de una esquina del copo, al máximo pero sin romperlo, para formar un hilo tosco y desigual atando el hilo conseguido en la parte baja y gruesa del huso. Luego se enrollaba en él hacia arriba, hasta llegar al parte superior y más fina, momento en que se encajaba en una canalita en espiral que llegaba hasta la punta. No había problema si la lana se rompía pues al ponerla un poco superpuesta y retorcerla quedaba perfectamente unida.

Luego todo era monótono y repetitivo. Se hila con las dos manos, la derecha da el impulso al uso (como para hacer bailar el bailarín de los juegos infantiles) y con la izquierda se va tirando del hilo a medida que se retuerce, hasta que los brazos ya no pueden estirarse más, entonces con la derecha se envuelve el hilo en la base del huso.

Se repetía una y otra vez el proceso hasta que el huso gordito y panzudo, momento se sacaba el hilo ovillado empujándolo hasta el extremo más delgado.

Las buenas hiladoras... (Mi abuela Elisa) trabajaban bastante rápido, muy sincronizados sus movimientos de estirar y torcer. Las mujeres mayores se ataban a la cintura un palo fino y pulido, terminado en "Y", en el que enganchaban la lana.

El huso grande era incómodo porque con él trabajaban de pie, subidas en un banco o silla. De esa forma se manejaban varios metros de hilo a la vez: la altura del banco, la de la mujer y la de sus brazos levantados. Se juntaban dos hilos del uso pequeño y al grande se le hacía "bailar" hasta que ambos hilos formaban uno más grueso y muy retorcido. Acto seguido se envolvía en ovillos grandes y redondos. ... (ver texto completo)
Otra joyita!