Compramos energía a futuro

Campo de otoño 3- AV 06
El caserío parece descansar como un rebaño mientras la torre vigila el entorno.
Al fondo, el alto de San Cristobal. En medio, los chopos a la vera del cauce del río Burejo. Delante, grandes fincas, sembradas unas, de barbecho, otras. Es la sinfonía del campo ojedano, mimado por los labradores. Ellos son los artistas.
Las viejas chopas resisten al tiempo, a pesar de sus heridas. Son dos hermanas sentadas entre el río y el pueblo.
Peña Pico es un mirador precioso de toda la Ojeda. En la cima existe un servicio de observación para controlar los incendios. Es una paseo obligado para todo el que quiera conocer esta tierra.
Flores de espino para enmarcar la vega con las montañas de fondo.
Bonito techo con sus adornos para una sacristía recién pintada. La foto se sacó casi sin luz. De todas formas, se puede disfrutar de sus formas y colores.
Es la entrada del pueblo. ¿No se la podría cuidar un poco más? Los árboles adornan la calle. Unas flores no vendráin mal...
Es muy posible que dentro de poco no podamos disfrutar de la belleza de Oteralbo con su luz y color. Parece ser que pretender instalar un parque eólico en su cima. ¡Qué pena!
Muchas son los lugares desde los que se puede disfrutar del paisaje del pueblo. Pero algunos están reservados para unos pocos. Sin embargo, la cámara permite que nos acerquemos a ellos y podamos disfrutar de algunas imágenes como ésta. Gracias.
Escribe Froilán de Lozar, en el Diario Palentino (13/05/2006):

«La urbe contagia la pandemia de las pandemias porque, en realidad, a las capitales se las ha reducido casi exclusivamente a la categoría de espacio de consumo».

Yo tengo la impresión, y así se lo confieso a los amigos, que vivimos engañados, al límite de nuestras fuerzas, al borde de muchos precipicios que se denotan cada día más, en forma de depresiones, hartazgo, desilusión y sometimiento. Entramos en la dinámica de adquirir ... (ver texto completo)
Uno quisiera ser poeta para poder describir con fuerza y precisión lo que uno pudo ver en un momento concreto y que, en parte, la foto refleja. Aquí, la luz del sol apenas iluminaba el campo, pues era el momento en el que se escondía tras las montañas. Los sombras cada vez se alargaban más superando los últimos rayos del sol. Un momento mágico. En medio de la imagen, se puede ver la "cruz de Quintanilla" como testigo de un tiempo luminoso que nunca volverá.
Es una pena no poder transmitir con la imagen las sensaciones que uno percibe cuando vive el momento de la foto. A esta hermosa vista del pueblo, habría que añadir el trino de los pájaros, el ruido del agua del río, las caricias de la brisa., todo en ese marco incomparable de la naturaleza esplendorosa de la primavera.
El romero también ha florecido para sumarse a la fiesta de la primavera y adornar este bello rincón del pueblo, tan lleno de recuerdos pasados y presentes. Es una invitación más a detenerse en el lugar y disfrutar del paisaje, entre los aromas de sus flores.
La fiesta de la "pascua" es en cierto modo la celebración de la vida, de la primavera, que esta época invade con fuerza tanto el pueblo como el campo. Como testimono queda aquí esta panorámica de un campo espléndido, cercano a las montañas y protegido por un cielo azul.
Tras los actos religiosos del día de "pascua", vienen también los deportes a la vera de la iglesia.