San Cristóbal, popularísimo gigantón que antaño podía verse con su barba y su cayado en todas las
puertas de las ciudades: era creencia común que bastaba mirar su imagen para que el viajero se viese libre de todo peligro durante aquel día. Hoy que se suele viajar en
coche, los automovilistas piadosos llevan una medalla de san Cristóbal junto al volante.
Cuentan que un día cruza la corriente de un
río cargado con un insignificante niño a quien no se molesta en preguntar; ¿qué va a saber aquella
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