Verano, la cosecha está a punto de terminar. Solo quedan en la tierra mieses secas despojadas del grano, que ya está a resguardo en las paneras. La peña de Cantoral, a lo lejos, con una tonalidad azulada, como describía Leonardo da Vinci, y el pueblo, minúsculo, del que prácticamente solo sobresale la iglesia, aupada en su pequeña loma.