EL COLOR DEL PARTENÓN
Durante años, los muchos amantes del arte
griego han viajado a los principales puntos
de interés de este país para disfrutar de la
placidez de mares azul turquesa y de ciudades,
con un pasado rico y enigmático cuya visión
nos hace viajar al pasado.
En la colina sagrada de la Acrópolis se encuentra
el mayor punto de interés de la ciudad de Atenas;
el Partenón. Sus majestuosas columnas crean un bosque
de mármol que protege el interior del templo, donde
se encuentra la estatua de la diosa Atenea. Sin
embargo, sorprende descubrir el colorido de las
escenas de la mitología griega que decoraban el
templo; colores como el rojo, el verde, el azul
brillante y metales que representaban la época
de grandeza de la antigua Grecia.
Ni el paso del tiempo, ni la guerra ni tampoco
los saqueos han conseguido borrar la belleza y
serenidad propias de esta obra. Su perfecta armonía
no es casualidad, sino que sus autores curvaron
ciertas zonas para que la visión humana percibiera
rectas perfectas.
La unidad y la proporción del Partenón ateniense aportan
a la obra una dulce belleza que convierte el paseo por
sus inmediaciones en un placer inolvidable.
Durante años, los muchos amantes del arte
griego han viajado a los principales puntos
de interés de este país para disfrutar de la
placidez de mares azul turquesa y de ciudades,
con un pasado rico y enigmático cuya visión
nos hace viajar al pasado.
En la colina sagrada de la Acrópolis se encuentra
el mayor punto de interés de la ciudad de Atenas;
el Partenón. Sus majestuosas columnas crean un bosque
de mármol que protege el interior del templo, donde
se encuentra la estatua de la diosa Atenea. Sin
embargo, sorprende descubrir el colorido de las
escenas de la mitología griega que decoraban el
templo; colores como el rojo, el verde, el azul
brillante y metales que representaban la época
de grandeza de la antigua Grecia.
Ni el paso del tiempo, ni la guerra ni tampoco
los saqueos han conseguido borrar la belleza y
serenidad propias de esta obra. Su perfecta armonía
no es casualidad, sino que sus autores curvaron
ciertas zonas para que la visión humana percibiera
rectas perfectas.
La unidad y la proporción del Partenón ateniense aportan
a la obra una dulce belleza que convierte el paseo por
sus inmediaciones en un placer inolvidable.