Desde la perspectiva de la Iglesia la propiedad
privada nunca puede dejar en la carencia de bienes
a nadie, ni impedir el acceso de otros a los recursos
suficientes para vivir una vida digna.
privada nunca puede dejar en la carencia de bienes
a nadie, ni impedir el acceso de otros a los recursos
suficientes para vivir una vida digna.