Cada vez que abro esta página, el corazón me late con tal fuerza, que temo no poder controlarlo. Cada una de las palabras que leo, despiertan todos mis sentidos, desperezan mi memoria, me arrancan miles de sonrisas, y alguna que otra lágrima. Hoy, tus palabras, Jesús, han hecho brotar a borbotones esos recuerdos, que uno sabe bien que nunca fueron olvidados, pero que guarda conscientemente en esa parte del alma a la que nadie nada más que uno mismo puede acceder. No imaginas en cuantas ocasiones ... (ver texto completo)
