Aún me cuesta creer, lo que mis tímpanos tuvieron que escuchar, durante la celebraciòn eucarística del sábado celebrada en mi querido
pueblo. Un sujeto, con alzacuellos, desproticando por su venenosa lengua. No solo, no se ha preocupado, de saber de nuestras
costumbres, sino que con amenazas, se permitió el lujo de decir, que podríamos tener serios problemas por no consultarle la hora de misa, del domingo, por nuestros difuntos. Ya desde un principio, no entendía, los cánticos que nuestro
coro entonaba.
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