Querida Margarita. ¿Que tal estás?. Siento un gran cariño por Vegarienza. Iba por el pan, en bicicleta, a casa de mi tocayo, el de Armellada y mi madre me llevaba al médico, que vivía donde Teófilo y Encarnación. Don Eloy, el cura, era un auténtico santo. Fernando (el marido de Lucía), se encargaba de la corriente eléctrica. Angel Leonato vendía de todo y charlábamos, sentados en los escaños de la cocina. Tere De la Calzada, era la maestra del Castillo. Por los veranos venía el cantante de ópera, Tomás, y su esposa Marianela. Hacíamos comedias con los primos de Nacho, en su casa del Castillo. Como no había música, en las actuaciones, yo me encargaba de cantar y amenizar un poco el espectáculo. Mi canción favorita era "La Ovejita Lucera". Jugábamos al fútbol, en La Puebla y depués nos bañábamos en el río. Construíamos cabañas en el bosque y en el arenal hacíamos casitas y fortalezas con trozos de teja y barro. De vez en cuando nos gustaba asar alguna gallina en Las Matas, para después zampárnosla con gran júbilo y alboroto. Recibe un beso y un abrazo, muy fuertes.