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SANTA CRISTINA DE VALMADRIGAL: ¡Qué maravillosa es la vida!...

¡Qué maravillosa es la vida!
Esta vida nuestra de todos los días; la de nuestros amigos, la de nuestros vecinos, la de nuestros parientes, la de esa gente que vemos casi todos los días.
Esta vida nuestra, a la que no damos importancia, la que vivimos todos los días, y los días vienen tan juntos que ni notamos su paso.
Pero un día, casi sin darnos cuenta, quizá por culpa de un sonido, de una luz reflejada, de un brillo imperfecto, de un pensamiento perdido, de una mirada maliciosa…, no sé, siempre algo que no buscamos, que ocurre porque sí, o al menos, ajeno a nuestra voluntad.
Un día, sí, o un instante tan solo, vemos esa otra cara de esta gente nuestra, y descubrimos ese gesto del rostro que nos es desconocido, ese cuerpo que se dobla con peligro, esos pingajos de ropa que caen muertos donde recordábamos turgentes senos, esa sandía que hace sombra, donde recordábamos músculos tensos, esos pies cansados de tanto peso, o quizá el brillo apagado de esos ojos que en el recuerdo siempre están alumbrando la vida.
Y es que la vida pasa, con velocidades diferentes según para quién y cuándo y cómo, pero pasa inexorable, a ritmo quizá, del monótono segundero del viejo reloj que cuelga en la pared, ese que nos ha contado todo el tiempo que llevamos viviendo, que ha seguido en su tic tac los días más variados, los alegres y los de llantos, las llegadas a la vida y las despedidas de ella, las primeras sombras de aquel amor que un día quiso ser, y las últimas del que creímos verdadero y único, y que también murió, victima quizá, de la sola herrumbre que nos trae el tiempo.
Sí, han ido pasando los años.