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ROSALES: Una de la anécdotas de Peña Valdevés me ha hecho recordar...

Una de la anécdotas de Peña Valdevés me ha hecho recordar las
desventuras de mi abuela y mi madre con sendos perros. Era por los
años 40 cuando mi abuela Adelina salió ya avanzada la tarde para
prestarle unas alforjas a Sara, que tenía que ir a hacer un recado a
Riello el día siguiente. Al llegar a la casa de su vecina, abrió el
portón, que nunca se cerraba con llave, sin acordarse de que el perro
pastor lo guardaban allí esos días. Aunque el perro conocía bien a
Adelina, su instinto de guardián pudo más y se le echó encima,
causándole algunas heridas (que no fue peores gracias a que las
alforjas que llevaba la protegieron). Con el resultado de que Adelina
tuvo que ir también a Riello, que era donde vivía el médico.
Aunque por aquellos tiempos no se usaban ni antibióticos ni vacunas las
mordeduras sanaron con el tiempo.

No mucho tiempo después su hija Pilar, que por aquel era una niña
pequeña, paseaba por la calle, cuando se escapó el perro de Octavio
(creo). Este perro por lo visto era martirizado continuamente a
pedradas por los críos del pueblo (que parece que se merecían la fama
que tenían por los alrededores) y cuando se encontró con la niña,
pagó la inocente por pecadores. De aquel encuentro conserva mi madre
una cicatriz de varios centímetros en la pierna. Al perro me parece
que lo tuvieron que matar para evitar más desgracias futuras.

Ana