ROSALES: Tambien yo en mi afan persecutorio sobre los pajaros...

Benigno Bardón"! es un vecino de Rosales, éste tiene siempre muy buenos
carneros, él sabe como cuidarlos, pero uno destaca entre todos: "es muy
hermoso y está muy gordo"?". Chulo, que así le llama al camero, ha sido el
padre de muchos corderillos del rebaño, pero sus alegres días han terminado y
ahora es un manso camero. A llegar éste al corral de la casa el dueño le da unos
mendrugos de pan duro o una lata con una embuciada'" de granos de centeno.
Los pastores del rebaño cuidan bien las ovejas y carneros, siempre los llevan
por los mejores pastos del lugar.
Chulo, el camero blanco con dos hermosos y retorcidos-cuernos, pasa por
la calle de la Solana y en la casa de Elisea Fuentes se para a lamer el salitre de
las piedras de la pared. Las demás ovejas y carneros continúan calle arriba en
busca de sus confortables rediles.
Elisea, una joven con 18 años, ya hace tiempo que viene madurando en
su mente perversa la idea de matarlo y comerlo con su familia. Chulo recorre el
mismo camino todos los días del año. No le gusta a Elisea que se pare a lamer
. en las paredes de su casa. Ella lo toma como una burla.
Las ovejas llegan a sus casas. Elisea cuenta las suyas y las encierra en la
corte, como lo hace cada día del año. Sube a la cocina y coge un mendrugo de
pan duro. Ella habla sola entre dientes: -Hoy, Chulo, tus buenos días han
terminado. Sabes que no me gusta que lamas las piedras de mi pared y tú lame
que lame un día y otro también. Pero ya has acabado con mi paciencia ¡Paso
hambre! ¡Mucha hambre! ¡No tenemos nada para comer! Hemos terminado el
samartino. ¡La boca se me hace agua pensando en tu deliciosa asadura! ¡Se
acabó amigo mío!
Esta señora sale al callejón y mira detenidamente a un lado y a otro para
comprobar que nadie la ve. El camero continúa lamiendo las piedras. Le enseña el
mendrugo de pan duro, como hace su dueño, y éste la sigue. Lo mete en una
cuadra de la casa y cierra la puerta. Lo agarra por los cuernos, coge un martillo
que tiene ya preparado, le propina con él un certero golpe en la nuca y éste cae al
suelo. Lo cuelga de una viga con la ayuda de una reata. Lo sangra y recoge su
sangre en un caldero. A continuación lo desuella, abre su panza y saca del vientre
las vísceras y tripas. Lo parte en trozos con un hacha. Coloca las piezas del
camero en una artesa, las tapa con una quilma limpia y esconde la carne en el
desván del cuarto. Elisea continúa con sus labores diarias, como quien no ha roto
un plato en su vida.
Benigno cuenta'?" en el corral sus ovejas y carneros: -28, 29, 30, 31,...
¡Me falta uno! ¡No veo a Chulo! ¡Mi mejor camero!
Sale de casa y se dirige al barrio del Oseo, entra en la casa de Dulsé Diez y
le pregunta a la pastora: - ¿Donina, has visto mi carnero blanco?
-Oh, si, si. Ése se distingue muy bien dentro del rebaño. Yo misma lo he
visto subir junto a la Iglesia hacia la Solana. Después, ya no sé más. Pero al
pueblo seguro que llegó --comenta la pastora.
Benigno muy pensativo, se dirige al barrio y pregunta en todas las casas,
también a Elisea. La respuesta es siempre la misma: -Ay chacho, en mi casa
no está tu camero, ese se conoce bien.
Se acuesta temprano. No puede dormir pensando en Chulo. Da varias
vueltas en la cama y por fin le llega el sueño. Se levanta temprano y llena los
pesebres de las vacas lecheras con hierba verde. Vuelve a mirar en el redil ¡pero
Chulo no está! Benigno ya estaba pensando lo peor.
Se acerca a la casa de Elisea, moza que en el pueblo no tiene buena fama:
esta señora entraba en las casas del barrio y cogía los huevos que habían puesto
las gallinas o atrapaba algún pollo o gallina del corral, a los que distraía con
migas de pan. Y otros robos de menor importancia: patatas, berzas y fréjoles de
las huertas, manzanas...
- ¡Eliseeea! ¡Eliseeeea! -la llama varias veces Benigno cerca le la
ventana de su cocina.
Ella abre las hojas de la ventana con parsimonia, se asoma y, con cara de
pocos amigos, le dice: - ¿Pero Benigno, qué mosca te ha picado hoy tan
temprano?
-Mujer mira otra vez en la corte de las ovejas, a ver si está mi carnero.
Ya he preguntado a los vecinos del barrio y nadie lo ha visto. La pastora me
dijo que llegó al pueblo y lo vio subir hacia la Solana -le comenta
Benigno.
Con voz sospechosa le contesta Elisea: -Ayer conté las mías cuando
entraban en la corte. Yo tengo solo siete y no he visto entre ellas tu camero.
Benigno se marcha con la mosca tras la oreja. Cuando sale el rebaño se
coloca a la bajera de los Pradicos, lugar por donde pasan todas las ovejas y
carneros del pueblo, pero no ve a Chulo.
Benigno, triste y muy enfadado, vuelve a su casa. Se lava. Se afeita con
la navaja. Se pone un traje limpio. Le coloca la albarda al butro que está
atado en el portal, se sienta a horcajadas sobre el lomo del asno, arrea el
animal y éste, con un airoso trotillo, se dirige hacia Riello. Habla con la
Guardia CiVil y les expone su caso.
Fuente JOSE OTERO DIEZ

Y ese salitre que lame Chulo. De dondre vendria?

Hola Tirso,

No sé. A lo mejor el relato se refiere a sales en general, no sé si
puede haber cantidad suficientes en las piedras para que el ganado
se interese por ellas.
Yo no recuerdo haber visto nunca a ovejas, cabras o vacas lamer piedras,
pero a lo mejor hay por aquí algún pastor@ o ex-pastor@ que sí.

Ana

Hola Ana,

Yo sí he visto lamer peñas a vacas, ovejas y cabras. En Folloso, enfrente de la casa del Convento, en la pared de la huerta de Valeriano, dónde hace curva, entre el camino de Atrás y el camino de los huertos de la Peña, se levantaba una pared alta montada encima de la peña viva. Entre el camino y la pareda había un buen trecho de peña y muchas veces se agolpaba el ganado a lamer la peña y había buenas hondonadas de desgaste lameril.
Mi teoría es que los purines del establo de Valeriano desembocaban en la huerta y poco a poco se iban filtrando llegando a la peña el salitre que el ganado buscaba con verdadero deleite. Supongo que en la casa de Elisea de Rosales pasaría lo mismo, pero en vez de ir a la peña se filtraría en las piedras de la pared, o que el pastor o algún lugareño habían meado las piedras con anterioridad.
Yo cuando era rapacín, jugando, para ver el espectáculo, cuando iba con las cabras y tenía ocasión, me subía a un sitio alto que dominase matorral, y desde allí, colocando el prepucio de manera especial para que hiciese bolsa y el chorrito fuese muy fino, "regaba" el mayor número posible de arbustos y el ganado se atropellaba para relamer o comer las hojas recien meaditas. Cosas del rapacín.

Un abrazo.

Hola Peña,

Al principio pensaba que a las piedras de la casa tendrían halita
u otro mineral de sal. Pero tu explicación de las meadas me
parece la mejor, no se me había ocurrido (a lo mejor a Tirso sí
y por eso hizo la pregunta:-):-). ¡Anda, que si se entera Elisea,
que mató al carnero por dejarle las babas!

He de comentar que tus juegos para pasar el rato mientras cuidabas
de las ovejas no son de lo peor que he oído.

Ana

Tambien yo en mi afan persecutorio sobre los pajaros habia observado que estos se posaban en ciertos sitios de las paredes, normalmente las ultimas piedras de los cimientos sobre roca y comian algo que no se veia, cuando mas venian era al principio de la epoca de cria, hablo de frigilidos-Pardillos, jilgueros-.
Con el tiempo deduje que se debia tratar como dice Peña de la sal petrificada de los orines que desde tiempos inmemoriables se filtraba desde las cuadras a los cimientos de las casas, o bien eran antiguos cuartobajos donde se salaban los jamones y el tocino, o antiguas paredes de peselveras donde el ganado tenia a veces piedras de sal.
Desgraciadamente tambien este aprovisionamiento de minerales esta desapareciendo, bien por que los muros se derrumban definitivamente bien por que se consolidan a base de cemento.