ROSALES: La familia de Manuel Gomez todos los miembros madrugan,...

La familia de Manuel Gomez todos los miembros madrugan, prepran los
utensilios necesarios y afilan el cuchillo. Cándido y Eloy
colocan delante de la vivienda una pesada y resistente
mesa, hecha con un grueso tronco de roble serrado por la
mitad, al que le han puesto 4 fuertes patas de unos 45
centímetros de largo.
A continuación Manuel y sus hijos Eloy, Cándido
y Tomás entran en la pocilga, sujetan la cerda'" por el
hocico con una reata, y unos tirando y otros
empujando, la arrastran y llevan a la mesa.
La gocha se niega a caminar, recula, forcejea, acomete, gruñe con todas
sus fuerzas... ¡Todo en vano! La familia de Manuella tumban sobre la pesada
mesa. Cándido y Eloy, dos mozos con mucha fuerza, la sujetan bien y
Eduardo, el matarife, realiza su trabajo. Sola recoge en un caldero la sangre
que fluye a borbotones del pecho de la cerda y le da vueltas y más vueltas para
que ésta no se cuaje.
Este suceso ocurrió a finales de noviembre del año 1949. Mi padre,
Segundo Otero, me había enviado a echar el agua'?" en el prado del Fontanal
antes de ir a la escuela a las 10 de la mañana.

Al salir de mi casa escuché en la otra esquina del barrio del Corrillo los
gruñidos desgarradores de un gocho y cuando pasaba junto a la casa de
Manuel Gómez, estaban sacrificando el último cerdo. Me detuve unos
minutos hasta que mataron el gocho!" y los dos cochinos habían quedado
muertos sobre unas tablas de chopo colocadas en el duro suelo. Ellos se
fueron a desayunar los alimentos que la señora Pilar les tenía preparados
sobre la mesa de la cocina. Y yo, con mi pequéña azada sobre el hombro,
llegué al prado, eché el agua, la repartí por los libiaus!" y volví rápido al
lugar del suceso.
Manuel, Eloy, Tomás y Cándido comienzan a chamuscar los dos
gochos, les queman las cerdas con pequeñas teas de paj a de centeno
encendidas. En esta faena están, cuando el cerdo, colocado sobre unas
tablas, se levanta tambaleando y quiere volver a la pocilga. El Mudo se
asusta, vocifera, deja su tea en el suelo, se lleva las manos a la cabeza y sube a
la cocina. La señora Pilar contempla la escena desde la ventana del corredor y
grita: - ¡Manuel! ¡Manuel! ¡el gocho! ¡el gocho se escapa!
Eloy intenta agarrarlo por el lomo, tropieza en las tablas y da con
huesos en el duro suelo. Cándido sujeta al cerdo por las orejas y Manuel lo
agarra por el rabo. Eloy se incorpora y los tres vuelven el cochino a la mesa, lo
tienden sobre ella y Eduardo intenta matarlo nuevamente hurgando en la
herida del animal con el cuchillo, pero éste patalea y gruñe un poco. Cándido
se acerca a la carpintería y trae la maza de hierro, con ella descarga fuertes
golpes sobre la cabeza del cochino ¡Pero nada! El gacho sigue vivo. No tiene
ya rii fuerzaspara gruñir.
Por fin Eduardo!" le corta el pescuezo y cuando casi le separa la cabeza
del cuerpo, el animal muere.
Yo, un muchacho de 8 años, ajeno al tiempo y con el miedo en el cuerpo,
tenía las madreñas en la mano por si... Apoyado en la pared del pajar de Ánge
contemplaba la escena y no me perdía un detalle del suceso: ¡Un gocho, que
después de muerto, se había levantado!
Al volver a casa mi papá se enfadó, porque ese día llegaba tarde a clase.
Además, ya en la escuela, tuve que contarle lo sucedido a la Señorita Evelia T-
a los niños y niñas. Éstos se rieron y yo pasé un montón de vergüenza.
Manuel, Eloy, Cándido y Tomás terminan de quemar las cerdas de- los
dos cochinos y raspan su piel con afilados cuchillos o trozos de gadaños 118
viejos hasta dejar ésta bien limpia. Luego Sola y Pilar lavan sus gruesas pieles
con agua muy caliente.
Después Eduardo abre sus gordas panzas con cuidado, les saca la
manteca, las vísceras y las tripas. Pilar y Sola ya están preparadas. Eloy les
lleva los intestinos a la Reguera en un balde grande. Sola rompe con las mano
los frágiles hielos que cubren los pozos y, en los chorros que caen del
lavadero, limpian y lavan las tripas en las frías aguas. Estas mujeres no usan
guantes para realizar el trabajo.
Los cerdos sin descuartizar los cuelgan uno o dos días para que la carne
suelte los restos de sangre que aún le queda.
La familia de Manuel no desperdicia nada del cerdo: los huesos con
poca carne los adoban y los meten en las tripas gruesas para hacer los
sabrosos Hoscos!"; las costillas, una vez descarnadas, las untan con
mezcla de sal, pimentón, ajos machacados y aceite de oliva; los lomos de los
cerdos se adoban y meten en tripas gruesas; los jamones, las paletillas y los
tocinos los dejan en sal unos días y a continuación los cuelgan en la cocina
del "forno"; la sangre mezclada con miel, cebolla picada y cocida el día
anterior, sirve para hacer las ricas morcillas; la carne buena la pican con
unas tijeras grandes para hacer los deliciosos chorizos...
Las morcillas, los jamones, los lomos, los Hoscos, las costillas, los
chorizos, las patas... colgados en las vigas del techo y varales los curan en la
cocina del horno. Cada día Manuel hace fuego con leña delgada de roble y
unas escobas secas que producen mucho "fumo".
Lo malo no fue acertar ese día en la matanza de los cerdos, lo peor llegó
después para esta sencilla familia. A raíz de este incidente las mozas, con
muchas. ganas de juerga, inventaron unas divertidas coplillas sobre el suceso y
las cantaron el día de Nochebuena al terminar la Misa del Gallo. Por supuesto,
las personas implicadas, no acudían ese día a la Iglesia pata evitar las risas de
las gentes del pueblo.
AUTOR JOSE OTERO DIEZ
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
que maravilla de relato
Hola Dany,

Aquí hay material para el guion de una película de terror "La noche
del gocho zombi". Aunque no sé que da mas miedo, el gorrino cual
Cid Campeador paseando después de muerto o Eduardo corriendo detrás
con el cuchillo.

Me pregunto si la maldicion del gocho todavia sigue a la familia y es
por eso que Mapi no aparece.
... (ver texto completo)


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