Ofertas de luz y gas

RIOSCURO: Pero, bueno, vamos a ver, ¿a vosotros os parece lógico...

Pero, bueno, vamos a ver, ¿a vosotros os parece lógico empezar el año así? ¡Qué estrés, de verdad! Pero como es Nochevieja… tienes la obligación de divertirte. Así que después te vas a un fiestorro a un sitio en el que, si caben mil personas, el dueño ha decidido meter a cinco mil doscientas. ¡Muy bien! ¡Cuatro mil doscientas más de las que caben! ¡Quédate en la calle si te apetece, con la pelona que está cayendo! Porque en Nochevieja siempre hace un frío que pela.

Así que entras. Lo bueno que tiene ir a un sitio así es que te puede pasar cualquier cosa. A mí el año pasado me ocurrió de todo. Yo estaba tan tranquilo, tomándome mi cubatita de garrafón, cuando de repente un tío me cogió por detrás y me dijo: ¡COOOOOOOOONGAAAAA! Y, claro, ¿qué vas a hacer?, pues te pones a bailar… ¡Eso te lo hace un tío en el autobús y le partes la cara! Pero como es Nochevieja… ¡Pues, hala! Y de repente te das la vuelta y llevas cien personas enganchadas a tu culo. ¡A ver cómo escapas de ésta! Porque una conga es como una secta: entrar es muy fácil, pero salir es muy jodido. Porque en el garito hay como doce congas girando a toda pastilla… Bueno, pues iba yo conduciendo mi conga… por mi derecha, cuando, de pronto, me veo venir en dirección contraria una conga suicida acojonante conducida por un gordo con casco de vikingo. Yo le iba a hacer ráfagas, pero como las congas no llevan ni luces ni nada… pues, para evitar la colisión, di un giro brusco a la derecha… ¡Y me tragué entera una columna de espejitos! ¡Siniestro total! Doce heridos leves y una columna de espejitos destrozada. Y yo, con una ceja abierta tirado en el suelo, pensaba: “Joder, como me hagan soplar ahora, la hemos cagao”. Y en ésas, me desmayé. Al despertar estaba en la sala de urgencias, rodeado por todos los de mi conga. Algunos todavía no se habían desenganchado; habían venido corriendo detrás de la ambulancia.