José Luis Lago es otro de los ocho del Calderón. A sus 42 años, está prejubilado desde hace año y pico tras un cuarto de siglo en el pozo. Vive en Gijón «para que los chicos [de 19 y 21 años] estudien y no acaben en la mina. Esto no lo quiero para ellos». Lago, que representaba al sindicato USO en la Marcha Negra, echa de menos en las páginas de los periódicos, hablando de la época en que conoció a Julio, el reflejo mediático del movimiento obrero.«Demasiada macroeconomía y pocos obreros», dice. «Pero lo que menos falta nos hace son follones» aunque, de haberlos, él volverá a estar allí. «La prejubilación no te la llegas a imaginar hasta que te pasa. Yo estoy encantado. Tengo una buena paga [la media es de 250.000 pesetas]. Otros tienen depresiones y están jodidos. El problema es que no puedes hacer nada. Y siendo tan joven eso puede ser duro».