2.- Coge la bici: el precio de la gasolina no para de subir, quizás al mismo ritmo que tus michelines. Puedes matar dos pájaros de un tiro subiéndote a la bici para ir a trabajar: te ahorrarás el coste de la gasolina, por un lado, y la cuota de ese gimnasio al que nunca vas, por otro.