¡Oh! Madre mía,
eres tú el lucero de mi vida,
el que guía sin heridas,
hacia tu gran vida.
Oh madrecita mía,
hoy te veo, y me alegro,
porque eres tú mi gran vida,
sin miedo, y sin malos pensamientos.
... (ver texto completo)
eres tú el lucero de mi vida,
el que guía sin heridas,
hacia tu gran vida.
Oh madrecita mía,
hoy te veo, y me alegro,
porque eres tú mi gran vida,
sin miedo, y sin malos pensamientos.
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