DIARIO DE LEON 28/02/2010
Burro amenazado
PANCHO PURROY
En el censo de urogallo de 1982, cuando aún la especie era próspera, los urogallos poblaban los montes de abedul de la cabecera del Omaña y Vallegordo, desde Fasgar y el Campo de Martín Moro al Oceo de Murias de Paredes, el Fasgarón y Vivero. A medida que, al sur, se recuperaba el bosque de roble y crecían las plantaciones de pino albar, el urogallo se instaló en los cordeles entre la Cepeda y Valdesamario y en la extensa mancha forestal de Vegarienza a la Omañuela, aprovechando la tranquilidad de la comarca. Estas aves son las más singulares del mundo, no solo por pertenecer a una subespecie, la cantábrica, de pequeño tamaño y colorido particular, sino porque habitan la región mediterránea, sin recurso a las arandaneras que caracterizan el ambiente boreal propio de esta galliforme del frío. Además, los estudios genéticos confirman que nos hallamos con una población originalísima y arcaica, que aguantó la última glaciación confinada en las parameras de sabinas de la Península Ibérica, mientras que el resto de urogallos europeos derivan de otro núcleo que se refugió en Italia.
En 2008, la Junta de Castilla y León marcó con emisor una gallina en término de San Feliz de las Lavanderas, con intención de que, cuando anidara, se le pudiera quitar algún huevo para iniciar la cría en cautividad en el centro creado en Asturias a este fin. De repente, con la indiferencia de nuestros responsables ambientales, comienza un desarrollo masivo de centrales eólicas, desde la Peña del Gato, en Brañuelas, a las crestas entre la sierra de Vizbueno, San Feliz y Valdesamario, además de otras instalaciones en Murias y Villabandín. Se sabe que el urogallo se extingue en los aledaños de estas instalaciones, tanto por la destrucción del hábitat, cuadriculado por pistas y replazas para los molinos, como por los nuevos tendidos de evacuación, causa de accidentalidad por colisión. Da igual: el beneficio empresarial privado manda a tomar viento al raro urogallo.
Burro amenazado
PANCHO PURROY
En el censo de urogallo de 1982, cuando aún la especie era próspera, los urogallos poblaban los montes de abedul de la cabecera del Omaña y Vallegordo, desde Fasgar y el Campo de Martín Moro al Oceo de Murias de Paredes, el Fasgarón y Vivero. A medida que, al sur, se recuperaba el bosque de roble y crecían las plantaciones de pino albar, el urogallo se instaló en los cordeles entre la Cepeda y Valdesamario y en la extensa mancha forestal de Vegarienza a la Omañuela, aprovechando la tranquilidad de la comarca. Estas aves son las más singulares del mundo, no solo por pertenecer a una subespecie, la cantábrica, de pequeño tamaño y colorido particular, sino porque habitan la región mediterránea, sin recurso a las arandaneras que caracterizan el ambiente boreal propio de esta galliforme del frío. Además, los estudios genéticos confirman que nos hallamos con una población originalísima y arcaica, que aguantó la última glaciación confinada en las parameras de sabinas de la Península Ibérica, mientras que el resto de urogallos europeos derivan de otro núcleo que se refugió en Italia.
En 2008, la Junta de Castilla y León marcó con emisor una gallina en término de San Feliz de las Lavanderas, con intención de que, cuando anidara, se le pudiera quitar algún huevo para iniciar la cría en cautividad en el centro creado en Asturias a este fin. De repente, con la indiferencia de nuestros responsables ambientales, comienza un desarrollo masivo de centrales eólicas, desde la Peña del Gato, en Brañuelas, a las crestas entre la sierra de Vizbueno, San Feliz y Valdesamario, además de otras instalaciones en Murias y Villabandín. Se sabe que el urogallo se extingue en los aledaños de estas instalaciones, tanto por la destrucción del hábitat, cuadriculado por pistas y replazas para los molinos, como por los nuevos tendidos de evacuación, causa de accidentalidad por colisión. Da igual: el beneficio empresarial privado manda a tomar viento al raro urogallo.