POZOS: Si la emigración en la década 1960-70 provocó en Cabrera...

Si la emigración en la década 1960-70 provocó en Cabrera la inversión del crecimiento natural y el resquebrajamiento de la actividad productiva tradicional y la estructura social de los Concejos -sirva como ejemplo la pérdida de 977 habitantes (40%) en el municipio de Benuza durante ese período-, la puesta en explotación de las pizarras constituyó en la década siguiente una enorme fuente de riqueza que ha trastocado las perspectivas de muchas personas y pueblos, así como la organización comarcal. La excelente calidad de las pizarras paleozoicas del Llandeilo y su buena exfoliación permite que un bloque arrancado en la cantera se transforme en la nave en un producto bien acabado: pizarras de techar. En 1986 eran casi 600 personas las que trabajaban (37% de la población activa) en más de 40 explotaciones localizadas en Cabrera Baja y el área de Puente de Domingo Flórez, siendo La Baña, Corporales, Lomba, Sotillo, Odollo, Benuza, Pombriego y San Pedro de Trones los principales focos de la industria pizarrera. Esta explotación -y el dinero que de ella se deriva- no debe impedirnos ver la agresión que ocasiona al medio ambiente: contaminación de las aguas, deterioro de la naturaleza agraria y pecuaria del entorno, repercusión en la flora, etc. Por otra parte, estamos ante un recurso no renovable, cuya extracción hay que “racionalizar” para no atentar contra el potencial paisajístico de la comarca. Es hora de darse cuenta de que Cabrera no puede esperarlo todo de sus canteras.