Después de un breve descanso, continuamos camino por el valle en dirección a las alturas que cierran el horizonte. Nos dirigimos a la derecha, por el denominado paso o foz de San Bartolo, siguiendo el curso de agua que alimenta el arroyo de las Vegas, que tendremos que cruzar en distintos puntos. Mientras ascendemos, el Sol comienza a molestar al desaparecer lentamente las nubes que, hasta ahora, nos habían acompañado haciendo muy tolerable el trayecto.
Un primer nevero obliga a tomar algunas precauciones a pesar de la suavidad de la pendiente y de las bolas de nieve que, inevitablemente, vuelan alrededor. Una vez gestionado el pequeño repecho, observamos por primera vez el circo repleto de nieve, formado a la derecha por la altura del Valgrán y a la izquierda por Peña Arena, que tendremos que alcanzar y atravesar.
FLORES1
FLORES 2 El agua sigue acompañando toda la ascensión, cubriendo las laderas y nutriendo la espléndida cubierta vegetal, que muestra bellos ejemplares de floraciones típicas de las alturas medias de la Cordillera Cantábrica, entre las que reconocemos el diente de perro, con su flor pendular y solitaria, el espectacular diseño y colorido de la centaura negra, la tapizante y colorista genciana de primavera, un posible lirio pirenaico, y como no podía ser de otra manera, la saxifraga babiana, típica de la zona y capaz de crecer y desarrollarse entre las grietas de las calizas llegando, con sus potentes raíces, a fragmentar la roca.
El último tramo de desnivel resulta muy atractivo. Es el trayecto de pendiente más acusada y totalmente colmado de nieve. Se habilitan unos peldaños para hacer más asequible la subida y, una vez superado, alcanzamos el collado Machadones a 1966 metros de altura. Desde allí, se observa perfectamente la foz por la que hemos ascendido y toda la Sierra de Villabandín que discurre de Este a Oeste. Hacia el sur, ya en tierras de Omaña, el Alto de la Curiscada y en el horizonte la Sierra de Gistreo.
Mientras la mayoría hace la parada “oficial” para la comida, algunos continúan hasta el Alto de Terreiros y la cima del Valgrán (2081 metros), desafiando el fuerte viento con el que nos encontramos. Desde allí, se contempla mucho mejor el espléndido paisaje que ofrece el horizonte, destacando el Macizo de Peña Ubiña hacia el norte y una pequeña laguna en las inmediaciones, fruto del importante deshielo y del sustrato impermeable, seguramente pizarroso, que le sirve de lecho.
Panorama_PEÑA UBIÑA 2 Como hemos ya mencionado, el collado Machadones nos introduce en Omaña. La comarca la conforma un extenso valle longitudinal que atraviesa el río Omaña, junto con una sucesión de suaves valles laterales que han formado los numerosos arroyos que bajan desde las alturas. Y es que Omaña, es también tierra de montañas que alcanzan con facilidad los 2000 metros.
Panorama 4La tierra de los hombres-dioses (“Homus manium”), como calificaban los romanos a sus pobladores debido a su gran resistencia, se encuentra actualmente asfixiada por la despoblación, que ha supuesto un importante deterioro económico y la desaparición, casi por completo, de las tierras de labor. Esta situación ha permitido una espectacular recuperación del medio natural, que ha vuelto a ser ocupado por el monte bajo y el arbolado. Pero la comarca aún conserva grandes extensiones boscosas autóctonas, con impenetrables robledales, bosque mixtos de fresnos, chopos y abedules, éste último protagonista de bellísimos paños forestales, que llegan a cobijar las ultimas parejas de urogallos fuera de reserva.
Panorama 1 Como en Babia, la economía omañesa estuvo basada en la ganadería, aunque existen testimonios de la importancia que tuvieron las explotaciones auríferas realizadas por los romanos, a semejanza de las Médulas. Aún hoy, como antiguamente, se realizan actividades conducentes a batear las arenas del río Omaña en busca de pepitas de oro.
El descenso hacia Omaña lo realizamos por el Barranco de Valgrán, una pronunciada y bronca pendiente cubierta por completo de retorcidas retamas, algunas de más de metro y medio, en la que no existe sendero abierto y que resultó verdaderamente imposible.
Las retamas (“escobillas“, desde entonces para Javi) harán muy complicado, lento y costoso el descenso hasta el cauce del Collado Arroya y el camino de Villabandín que une las localidades de Quintanilla de Babia y la propia Villabandín. Antes de llegar, una manada de jabalíes, tres o cuatro ejemplares adultos y sus respectivas crías, salen huyendo a toda velocidad hacia el refugio que les garantiza las alturas, ante nuestra inesperada visita que, seguramente, les sorprendió sesteando. Su imprevista aparición y rápida fuga, suponen ocurrentes comentarios de los que tuvimos la suerte de observar la escena. Más tarde, surge la pregunta: ¿QFLORES 3ué hubiera ocurrido si su frenética y descontrola huída la hubiesen realizado en nuestra dirección?
Tras la llegada al camino, el descenso se suaviza y se hace muy cómodo, situación que se agradece después del tortuoso descenso del Barranco. Vuelve el agua y la vegetación propia de ribera, con pequeñas acumulaciones de jóvenes robles, fresnos y chopos. Regresan también los prados con sus espléndidos gamones, cuernecillos, y alguna que otra saxifraga babiana entre las rocas, además de pequeños rebaños de ganado, que a veces se descubren entre la vegetación gracias al sonido de sus esquilas.
Lugar obligado de parada, fue la fuente natural de Fuentes Blancas, donde un soneto, sobre azulejo adosado a la roca, nos habla de las virtudes de su agua: “Glacial, trasparente, nítida, pura, escondida en el borde del sendero… y en el claro verano caluroso, será siempre la paz y la alegría, que vio el crepúsculo y beso la aurora.”
De una pequeña abertura en la roca a ras del suelo, surge una fuerte corriente de agua que brota a una temperatura gélida. Del hueco en la montaña fluye el agua con ímpetu, pero también una corriente de aire a la misma o similar temperatura, que deja completamente “helado” al osado que se inclina a recoger agua.
Panorama 6Cerca de la 5 de la tarde llegamos a la localidad de Villabandín, muy cerca de Rodicol, lugar conocido por el hallazgo en sus alrededores del denominado ídolo de Rodicol, un ídolo fálico que serviría, con seguridad, para realizar ritos y cultos que promovían e invocaban la fecundidad de la tierra. Fechado en la Edad del Bronce (aproximadamente 2000 años a. C), demuestra y atestigua la existencia, en toda esta zona omañesa, la presencia y asentamientos humanos ya desde antiguo. Rodicol
Después de atravesar la pequeña población de Lazado, sobre las 18:30 alcanzamos el final de la ruta: Senra, junto al río Omaña, que es el destino y el lugar escogido para una merienda-cena en el restaurante Cumbres de Omaña.
Un pequeño aseo y unas merecidas “cañas”, mientras asoman los variados e inevitables comentarios y opiniones sobre los sucesos y circunstancias del recorrido, serán la antesala para una caldereta de cordero y posteriormente la obligada foto de “familia”. Un buen final para una extraordinaria jornada festiva, mientras preparamos y esperamos la próxima.
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- Fotografías: Javi, Mari Luz, Jacinto, Guillermo, Jesús y Rita.
- Pantano de Luna: Quelícero.
- "El Trota", Manuel Tascón, conocido trashumante babiano con su mastín. La Crónica 2008.
http://www. fonsado. com/2010/06/de-babia-omana_24. html
Un primer nevero obliga a tomar algunas precauciones a pesar de la suavidad de la pendiente y de las bolas de nieve que, inevitablemente, vuelan alrededor. Una vez gestionado el pequeño repecho, observamos por primera vez el circo repleto de nieve, formado a la derecha por la altura del Valgrán y a la izquierda por Peña Arena, que tendremos que alcanzar y atravesar.
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FLORES 2 El agua sigue acompañando toda la ascensión, cubriendo las laderas y nutriendo la espléndida cubierta vegetal, que muestra bellos ejemplares de floraciones típicas de las alturas medias de la Cordillera Cantábrica, entre las que reconocemos el diente de perro, con su flor pendular y solitaria, el espectacular diseño y colorido de la centaura negra, la tapizante y colorista genciana de primavera, un posible lirio pirenaico, y como no podía ser de otra manera, la saxifraga babiana, típica de la zona y capaz de crecer y desarrollarse entre las grietas de las calizas llegando, con sus potentes raíces, a fragmentar la roca.
El último tramo de desnivel resulta muy atractivo. Es el trayecto de pendiente más acusada y totalmente colmado de nieve. Se habilitan unos peldaños para hacer más asequible la subida y, una vez superado, alcanzamos el collado Machadones a 1966 metros de altura. Desde allí, se observa perfectamente la foz por la que hemos ascendido y toda la Sierra de Villabandín que discurre de Este a Oeste. Hacia el sur, ya en tierras de Omaña, el Alto de la Curiscada y en el horizonte la Sierra de Gistreo.
Mientras la mayoría hace la parada “oficial” para la comida, algunos continúan hasta el Alto de Terreiros y la cima del Valgrán (2081 metros), desafiando el fuerte viento con el que nos encontramos. Desde allí, se contempla mucho mejor el espléndido paisaje que ofrece el horizonte, destacando el Macizo de Peña Ubiña hacia el norte y una pequeña laguna en las inmediaciones, fruto del importante deshielo y del sustrato impermeable, seguramente pizarroso, que le sirve de lecho.
Panorama_PEÑA UBIÑA 2 Como hemos ya mencionado, el collado Machadones nos introduce en Omaña. La comarca la conforma un extenso valle longitudinal que atraviesa el río Omaña, junto con una sucesión de suaves valles laterales que han formado los numerosos arroyos que bajan desde las alturas. Y es que Omaña, es también tierra de montañas que alcanzan con facilidad los 2000 metros.
Panorama 4La tierra de los hombres-dioses (“Homus manium”), como calificaban los romanos a sus pobladores debido a su gran resistencia, se encuentra actualmente asfixiada por la despoblación, que ha supuesto un importante deterioro económico y la desaparición, casi por completo, de las tierras de labor. Esta situación ha permitido una espectacular recuperación del medio natural, que ha vuelto a ser ocupado por el monte bajo y el arbolado. Pero la comarca aún conserva grandes extensiones boscosas autóctonas, con impenetrables robledales, bosque mixtos de fresnos, chopos y abedules, éste último protagonista de bellísimos paños forestales, que llegan a cobijar las ultimas parejas de urogallos fuera de reserva.
Panorama 1 Como en Babia, la economía omañesa estuvo basada en la ganadería, aunque existen testimonios de la importancia que tuvieron las explotaciones auríferas realizadas por los romanos, a semejanza de las Médulas. Aún hoy, como antiguamente, se realizan actividades conducentes a batear las arenas del río Omaña en busca de pepitas de oro.
El descenso hacia Omaña lo realizamos por el Barranco de Valgrán, una pronunciada y bronca pendiente cubierta por completo de retorcidas retamas, algunas de más de metro y medio, en la que no existe sendero abierto y que resultó verdaderamente imposible.
Las retamas (“escobillas“, desde entonces para Javi) harán muy complicado, lento y costoso el descenso hasta el cauce del Collado Arroya y el camino de Villabandín que une las localidades de Quintanilla de Babia y la propia Villabandín. Antes de llegar, una manada de jabalíes, tres o cuatro ejemplares adultos y sus respectivas crías, salen huyendo a toda velocidad hacia el refugio que les garantiza las alturas, ante nuestra inesperada visita que, seguramente, les sorprendió sesteando. Su imprevista aparición y rápida fuga, suponen ocurrentes comentarios de los que tuvimos la suerte de observar la escena. Más tarde, surge la pregunta: ¿QFLORES 3ué hubiera ocurrido si su frenética y descontrola huída la hubiesen realizado en nuestra dirección?
Tras la llegada al camino, el descenso se suaviza y se hace muy cómodo, situación que se agradece después del tortuoso descenso del Barranco. Vuelve el agua y la vegetación propia de ribera, con pequeñas acumulaciones de jóvenes robles, fresnos y chopos. Regresan también los prados con sus espléndidos gamones, cuernecillos, y alguna que otra saxifraga babiana entre las rocas, además de pequeños rebaños de ganado, que a veces se descubren entre la vegetación gracias al sonido de sus esquilas.
Lugar obligado de parada, fue la fuente natural de Fuentes Blancas, donde un soneto, sobre azulejo adosado a la roca, nos habla de las virtudes de su agua: “Glacial, trasparente, nítida, pura, escondida en el borde del sendero… y en el claro verano caluroso, será siempre la paz y la alegría, que vio el crepúsculo y beso la aurora.”
De una pequeña abertura en la roca a ras del suelo, surge una fuerte corriente de agua que brota a una temperatura gélida. Del hueco en la montaña fluye el agua con ímpetu, pero también una corriente de aire a la misma o similar temperatura, que deja completamente “helado” al osado que se inclina a recoger agua.
Panorama 6Cerca de la 5 de la tarde llegamos a la localidad de Villabandín, muy cerca de Rodicol, lugar conocido por el hallazgo en sus alrededores del denominado ídolo de Rodicol, un ídolo fálico que serviría, con seguridad, para realizar ritos y cultos que promovían e invocaban la fecundidad de la tierra. Fechado en la Edad del Bronce (aproximadamente 2000 años a. C), demuestra y atestigua la existencia, en toda esta zona omañesa, la presencia y asentamientos humanos ya desde antiguo. Rodicol
Después de atravesar la pequeña población de Lazado, sobre las 18:30 alcanzamos el final de la ruta: Senra, junto al río Omaña, que es el destino y el lugar escogido para una merienda-cena en el restaurante Cumbres de Omaña.
Un pequeño aseo y unas merecidas “cañas”, mientras asoman los variados e inevitables comentarios y opiniones sobre los sucesos y circunstancias del recorrido, serán la antesala para una caldereta de cordero y posteriormente la obligada foto de “familia”. Un buen final para una extraordinaria jornada festiva, mientras preparamos y esperamos la próxima.
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- Fotografías: Javi, Mari Luz, Jacinto, Guillermo, Jesús y Rita.
- Pantano de Luna: Quelícero.
- "El Trota", Manuel Tascón, conocido trashumante babiano con su mastín. La Crónica 2008.
http://www. fonsado. com/2010/06/de-babia-omana_24. html