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MANZANEDA DE OMAÑA: Una vez que se proclamó su extinción de forma oficial,...

El camino de ida y vuelta del abejorro de pelo corto
Escrito por: Henrio - martes 8 de septiembre de 2009

Esta historia se desarrolla en dos momentos separados por un siglo. Primero nos situaremos a finales del siglo XIX. Nueva Zelanda era un país en formación –no fue independiente de Gran Bretaña hasta 1907- y los esfuerzos de los colonos de origen holandés y británico se centraban en el ganado ovino, que se encontraba en plena expansión. Pero el aumento de las cabezas de ganado obligaba a un crecimiento paralelo de los pastos. Y en este punto se incorpora a la narración el abejorro de pelo corto.

Esta especie de abejorro, debido a sus características físicas, es considerado un polinizador particularmente eficaz, especialmente en lo que al trébol rojo se refiere, que resulta ser un forraje estupendo. Así que manos a la obra: A recolectar abejorros ¿Recolectar o sería más correcto cazar? El caso es que se encontraban en abundancia en la metrópoli por lo que se reclutó a cuadrillas entre los conocidos como navvies para la caza de abejorros de pelo corto. Estos peones, habitualmente empleados en la construcción de ferrocarriles y canales, aprovecharon el período de hibernación para hacerse con abejas-reina. Las autoridades, que pagaban un precio fijo por cada pieza (viva, claro), transportaron los ejemplares de la especie hasta varios puntos del sur de Nueva Zelanda donde fueron liberados.

De esta forma, el abejorro de pelo corto emigró de forma involuntaria a Oceanía y se estableció con éxito hasta nuestros días. ¿Fueron felices y comieron perdices? No, aún queda la segunda parte, que nos traslada un siglo más tarde. Corre el año 2000 y la situación para los abejorros de Gran Bretaña es desastrosa debido a la pérdida del 98 por ciento de su hábitat. Un proceso de deterioro que se ha desarrollado lento pero firme durante las últimas décadas. De las más de veinte especies autóctonas existentes en la primera mitad del siglo XX, tan sólo seis sobreviven en número suficiente como para asegurar su existencia en el futuro. Otras dos especies ya habían desaparecido por entonces, una de ellas era el abejorro de pelo corto, localizado por última vez en 2000. Pero tampoco es este final de nuestra historia.

Una vez que se proclamó su extinción de forma oficial, los científicos se acordaron de sus primas lejanas neozelandesas… y es que, ¿quién no tiene un familiar que haya emigrado en busca de fortuna? Ben Darvill, director del Bumblebee Conservation Trust, trabaja en el proyecto junto a la gente de Natural England y RSPB. Su forma de recolección de ejemplares es similar a la de hace cien años “sólo que esta vez es mucho más complicado pues no podemos andar por ahí removiendo y cavando en el campo impunemente como lo hicieron entonces”. Con el fin de asegurar la supervivencia de los abejorros que serán trasplantados de nuevo a Gran Bretaña, están recogiendo en diferentes colonias. De esta forma existe la seguridad de que se llevaran a tierras europeas reinas libres de enfermedades.

Poco podían imaginar los peones encargados de hacerse con el botín de abejorros de pelo corto que estaban contribuyendo a la biodiversidad de las Islas Británicas. Los abejorros que regresarán allá donde habitaron sus antepasados van camino del primer asentamiento, situado en Kent (sureste de Inglaterra). Allí se usará una técnica perfeccionada por científicos checos en la cría de insectos. El último episodio de este viaje de ida y vuelta está, pues, por escribir.