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MANZANEDA DE OMAÑA: Como en casi todo, había una excepción. Probablemente...

Como en casi todo, había una excepción. Probablemente el árbol más inútil de todo el pueblo era el pino solitario de la plazuela de casa de mis abuelos, con un encaño en una rama que el viento o la nieve habían desgajado parcialmente y que le daba cierto aspecto de inválido. No era piñonero y nunca intenté treparlo pues su corteza era áspera y pringosa de resina. Era tan singular como el acebo de hojas espinosas que había en la iglesia de Vegarienza. Y muy suyo. Cuando los robles y demás árboles que decoraban los montes de por allí perdían todas sus hojas y dejaban ver el contorno verdadero de vallinas y tesos, él permanecía impertérrito vestido con su verde desvaído, a lo sumo desprendiendo alguna de sus acículas sobre las trampas secas del leñero, esperando que la nevada no terminará de perjudicarle su rama maltrecha. Su inutilidad le preservaba de que a nadie se le ocurriera cortarle una rama para sustituir un tadonjo del carro. La inutilidad como autodefensa, una técnica no exclusivamente humana.

Precisamente el concepto utilitarista del paisaje hacía que los árboles fueran cortados, entresacados, podados o injertados de forma que todo parecía estar en orden. No como ahora que los salgueros casi ciegan el curso del río y los robles amenazan con descender por las laderas y colonizar la carretera. Pero el paisaje sigue siendo el mismo o, si cabe, más exuberante pues la masa verde es más extensa e intensa pues nadie corta nada. El paisaje es simplemente paisaje y nadie le encuentra utilidad. Es un paisaje útil solo para su contemplación por los visitantes ocasionales y los descendientes de quienes lo explotaron a fondo y lo cuidaron. La utilidad ahora se ubica en Ikea o en Leroy Merlin. Mecachis.

(Seguramente, las cosas sucedieron casi tal como las recuerdo. De las sensaciones no tengo duda.)

Imagen tomada de: saber. es

http://lembranzas. wordpress. com/2014/01/18/verde-que-te-qu iero-verde/