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MANZANEDA DE OMAÑA: OMAÑA...

OMAÑA
“Lo que he hecho por Omaña es disfrutarla”

Ingenioso y ameno discurso de Julio Álvarez Rubio al recibir el título de Omañés del Año en los actos del Omafolk

Julio A. Rubio en un momento de su discurso acompañado del Omañés del Año 2011, Salvador. ROBERTO CALVO

F. Fernández / Omaña
Ante todo quiero decir a los impulsores del Instituto de Estudios Omañeses (IEO) y a los proponentes de mi persona como candidata a esta distinción tan honrosa, sabrosa y halagadora que, hasta hoy, yo no he hecho por Omaña nada más que disfrutar de ella”. Esta es una de las primeras frases pronunciadas por Julio Álvarez Rubio al recibir el galardón de Omañés del Año que el sábado le entregaron dentro de los actos del Omafolk que se celebraron en Barrio de la Puente, en el Valle Gordo, lo que le permitió al galardonado iniciar su agradecimiento con la frase: “Queridos parientes -que en el Valle Gordo somos casi todos- y queridos amigos y custodios del acervo cultural y la tradición leonesa”, para recordar a continuación cómo se enteró del nombramiento. “Anteayer, bajando de los montes de La Cueta, me llegó la noticia de que podría ser distinguido hoy con el título de Omañés del Año. Púseme algo nervioso, si bien pienso que el temblor de piernas procedía en parte de la andadura por aquellos riscos donde nace el Sil, porque la armazón de uno ya va yendo vieja para esos trajines”.
Así es el nuevo Omañés del Año, tan ingenioso como ameno, tan andarín como buena gente y un perfecto conocedor de aquella tierra. “He gozado de Omaña andando por todos sus montes, caminos y senderos, fantaseando -porque, como Forrest Gump, yo no sé mucho de casi nada y el que de verdad sabe de geología es Alipio García de Celis-, fantaseando, digo, con los remotos procesos geológicos, el alzamiento de estas cumbres formidables, las excavaciones ypulimentos labrados por colosales lenguas de hielo que dejaron tras de sí bellísimas lagunas y valles protectores, la tarea calmosa del tiempo que allana los pandos y las lombas como allana en nosotros la memoria. Disfruté explorando los bosques fabulosos, tratando de avizorar al urogallo o algún otro de los bichos totémicos, los últimos que se resisten a migrar definitivamente desde los abedulares y robledales de Omaña a la fronda etérea de la leyenda”.
También aseguró haber disfrutado escudriñando vestigios de castros, acueductos romanos y minas de oro, curioseando cuevas o cuartines de mouros; hurgando en trazas de construcciones medievales, en conventos y tumbas de leyenda enigmática; brujuleando para conocer siempre algo más de la riquísima tradición oral de estos valles, incitando a la charla y escuchando a la gente mayor, gente sabia, cronista y narradora avezada en la práctica de los filandones; la poca gente que aquí permanece durante el invierno entumecido y triste. Disfruté de Omaña, en suma, bebiendo de sus fuentes la mejor agua del mundo. Que por algo se llama Omaña.
“Y también disfruté contándolo”. Y quienes acudieron escuchando al Omañés del Año.