Hay siempre dos
campanas, una más grande (Marta) y otra más chica (María). Se repite incesantemente en todas las
espadañas. LLevan impresos sus nombres, a fuego, haciendo alusión a los grandes
amigos de
Cristo (Lázaro y sus hermanas Marta y María) donde el nazareno encontraba un gran sosiego y alivio, después del duro caminar por trochas y veredas, predicando la paz y la justicia social. Mi padre hacía cantar a las de Santibáñez. Su repique era oído en todo el
valle y éste se ponía a
bailar.