Querida Marilín: Te he dajado unos
mensajes en
El Castillo. Dulce paloma mensajera, agita tus alas primorosas y pósate en la
ventana de mi pensamiento. Come de las delicias de mi ardorosa inquietud y bebe del
agua rumorosa y melíflua de este inquieto corazón. Arrulla con la ternura de tus delicadas y suaves manos el
atardecer sereno y silencioso del transcurrir del tiempo que no pasa. Invade con tu sonrisa pura y resplandeciente
la armonía y el sosiego de nuestra Omaña infinita e inmarcesible. Revive
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