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MANZANEDA DE OMAÑA: En El Castillo lo llamábamos así porque tiene una pelusilla...

En El Castillo lo llamábamos así porque tiene una pelusilla interior que al contactar con la piel, irrita y produce mucho picor. Sirve de alimento durante el invierno a multitud de animales silvestres, incluso al lobo. También recibe el nombre de Garbanza. Es el fruto del rosal silvestre y dicen los científicos que contiene altísimos contenidos en vitamina "c". Si alguien cometía la torpeza, después de haber manejado la pelusilla, de no lavarse bién las manos y apalparse el culo, las molestias y el sufrimiento estaban servidos para un par de días. Los chicos más trastos del pueblo ponían estos pelillos alrededor del culo de las caballerías que estaban atadas donde Casa Sandalio, levantándoles el rabo con un palo y los pobres animales llegaban a arrancar la argollas de la pared, donde estaban amarrados. Tenía que salir Sandalio a poner orden con una bara detrás de aquellos diablillos y a comunicárselo a sus madres, que rapidamente los metían en la cama. Aquel castigo de meter a uno en la cama cuando cometía alguna gran tropelía, nunca lo llegué a comprender.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
jajajajajajajajajojojuju pero que malos son los crios, no se les da por nada bueno!.... dices que rapidamente LOS metian... ¿es que tu no formabas parte de los diablillos?
Pero si los comias tambien picaba el "cutis" (no se aguantaba!) jajajajajaja
Hola, Octavio, encantada de conocerte!
Pues entonces ya nos vamos acercando, porque yo lo conocía por estos dos nombres que tú dices, garbanza y picaculos.
Así que eres del Castillo, ¿vives allí, o te pasa como a la mayoría, que estamos repartidos por el mundo?
Yo en Manzaneda sólo iba de pequeña de vacaciones, así que conozco lo justo, mi madre sí se crió allí.
Octavio: No te conozco. pero te leo. ¡Que malos herais, pobres animales!. Por aqui se hacian collares, pasando un hilo co una aguja.
Cuando iba en verano al campo se los hacia a mi caballo y perros.
Mi madre tenía un carácter muy fuerte y si se enteraba de que había molestado a alguien, no solo me metía en la cama sino que me caía una soberana y espectacular paliza. Sólo era cómplice y ayudante de los diablillos, recolectando las pelusas de las garbanzas y entregándoselas a los que levantaban los rabos de los equinos, pero después me venía a la memoria:"Tan malo es el que mata cómo el que estira de la pata".