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MANZANEDA DE OMAÑA: DANZA DE LA RONZAINA...

DANZA DE LA RONZAINA

En casa de los mis padres

un traidor pidió posada,

mis padres como eran nobles

al momento se la daban.

De tres hijas que tenía,

le pidió la más galana.

La galana no la doy,

que no debe ser casada,

que se quiere meter monja

del convento Santa Clara.

A eso de la media noche

el traidor se la robaba.

No la sacó por la puerta,

ni tampoco por ventana;

la saca por el balcón

a favor de una criada.

En las ancas del caballo

afligida la llevaba,

anduvieron siete leguas

sin hablar una palabra.

Cuando pasan a las ocho

el traidor le preguntaba:

- ¿Cómo se llama la niña?

¿cómo se llama la blanca?

-En casa del Rey, mi padre,

Elenita me llamaban,

y ahora por estos montes

Elena, la desgraciada.

Hizo lo que quiso de ella

y hasta escupirle en la cara.

Y como nadie le viera

el traidor la degollaba.

Le cortara la cabeza

y a un pedregal la tiraba,

lleno de zarzas y espinos

donde culebras cantaban.

Allí nació una ermita

muy blanquita y dibujada,

la llamaron Santa Elena,

la que murió degollada.

Al cabo de algún tiempo

el traidor fue de pasada,

les pregunta a los pastores

los que al ganado guardan.

- ¿De quién es aquella ermita

tan bonita y tan blanca?

-Es la de Santa Elena,

porque allí fue degollada.

-Perdóname, Santa Elena,

que yo fui tu carcelero.

Perdóname, Santa Elena,

que yo seré tu romero.

-Si quieres que te perdone

y también el Rey del Cielo

arrímate a ese altar,

servirás de candelero.

Aun muy bien no lo había dicho,

ya el candil estaba ardiendo,

por la boca echaba llamas,

por los ojos echaba fuego.

Su figura quedó allí

para que sirva de ejemplo,

y el alma de aquel traidor

caminó para el Infierno.