Oscurecía. Húmeda y ardiente la tormenta. La montaña se encendía a golpes de rayo. La raposa andaba robando cerezas en la huerta del cura. Saltín por aquí... agacharse por allá y a cada flash, una cereza para la bocona. Las centellas iluminaban el árbol y dejaban al descubierto los tesoros amarillos. Brincaba, echaba los dientes y las cogía:
- Fai a ve éta, fai. ¡Qué ciruelón!
La raposina no hacía caso de los truenos hasta que un relámpago cayó justo detrás de su cola. Dio un salto asustada y recriminó a los cielos:
- ¡Alumbra! ¡Alumbra! Pero no te arrimes tanto.
Basado en un cuento tradicional leonés, recogido en Caboalles de Arriba y Villalibre de Somoza por Julio Camarena
- Fai a ve éta, fai. ¡Qué ciruelón!
La raposina no hacía caso de los truenos hasta que un relámpago cayó justo detrás de su cola. Dio un salto asustada y recriminó a los cielos:
- ¡Alumbra! ¡Alumbra! Pero no te arrimes tanto.
Basado en un cuento tradicional leonés, recogido en Caboalles de Arriba y Villalibre de Somoza por Julio Camarena
es buenisimo
hoy esta esto algo bajucho eh? uns se nos fue unos dias al rocio y la otra nos sale a comer y pasear por ahi y nos olvidais buaaaaaaaaa!
hoy esta esto algo bajucho eh? uns se nos fue unos dias al rocio y la otra nos sale a comer y pasear por ahi y nos olvidais buaaaaaaaaa!
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