En casa de mis abuelos había un manantial, y debajo del nabar otro, en el Charco (delante de casa de mis padres) había un pocín, allí les gustaba mucho beber a los animales (vacas, caballos, etc). Yo le preguntaba por qué les gustaría tanto y mi padre decía que ese agua no era tan fria como la del río.
De aquello nevaba y llovía mucho.
De aquello nevaba y llovía mucho.