Componentes y detalles decorativos
El sentido estético es una condición natural del hombre. Distintos serán los factores que determinan ese sentido y su plasmación, hecho que, respecto a la arquitectura tradicional, no responde precisamente a una individualidad llevada hasta sus últimos consecuencias, sino a una expresión colectiva que se plasma a través de un artesano en la cantería, en las zapatas, en las balaustradas, en la obra de forja, en las puertas, en las cerraduras, en los dinteles, en las fachadas..., como espacios habituales donde va a desarrollarse la decoración.
El artífice tomará de su entorno los elementos decorativos. El ornato de la arquitectura religiosa o civil servirá muchas veces para copiar y expresar el ornamento adaptado a la demanda de cada época y a la capacidad de consecución. Es bien notorio cómo las zapatas de los corredores son una respuesta a la visión que el carpintero o el ebanista tiene de aquéllas que contempla en los pórticos de iglesias y ermitas. Las cruces, por ejemplo, de los dinteles que encontramos en muchas casas, son, igualmente, una imitación de las que poseen las casas parroquiales o del curato. Por otro lado, al ser símbolo de cristiandad que define una creencia y a la vez actúa como talismán protector, su representación se convirtió en costumbre, razón más que suficiente para que se reproduzcan con frecuencia, adquiriendo distintas formas según el gusto de quien la realizaba. Su ejecución es sencilla, practicada mediante incisiones o rayados que se labran en la madera de los dinteles. Otras veces se tallan cuando éstos son de piedra.
En la comarca de Omaña la decoración es parca, más pródiga en las zonas de Valdesamario, Soto y Amío y Ayuntamiento de Riello, y más sobria en el Vallegordo, Vallechico y área de Murias de Paredes.
Los temas y las formas estéticas se desarrollan en función de la habilidad técnica y disponibilidad de materiales, dentro de los distintos modelos tradicionales, que clasificamos en los siguientes apartados:
El sentido estético es una condición natural del hombre. Distintos serán los factores que determinan ese sentido y su plasmación, hecho que, respecto a la arquitectura tradicional, no responde precisamente a una individualidad llevada hasta sus últimos consecuencias, sino a una expresión colectiva que se plasma a través de un artesano en la cantería, en las zapatas, en las balaustradas, en la obra de forja, en las puertas, en las cerraduras, en los dinteles, en las fachadas..., como espacios habituales donde va a desarrollarse la decoración.
El artífice tomará de su entorno los elementos decorativos. El ornato de la arquitectura religiosa o civil servirá muchas veces para copiar y expresar el ornamento adaptado a la demanda de cada época y a la capacidad de consecución. Es bien notorio cómo las zapatas de los corredores son una respuesta a la visión que el carpintero o el ebanista tiene de aquéllas que contempla en los pórticos de iglesias y ermitas. Las cruces, por ejemplo, de los dinteles que encontramos en muchas casas, son, igualmente, una imitación de las que poseen las casas parroquiales o del curato. Por otro lado, al ser símbolo de cristiandad que define una creencia y a la vez actúa como talismán protector, su representación se convirtió en costumbre, razón más que suficiente para que se reproduzcan con frecuencia, adquiriendo distintas formas según el gusto de quien la realizaba. Su ejecución es sencilla, practicada mediante incisiones o rayados que se labran en la madera de los dinteles. Otras veces se tallan cuando éstos son de piedra.
En la comarca de Omaña la decoración es parca, más pródiga en las zonas de Valdesamario, Soto y Amío y Ayuntamiento de Riello, y más sobria en el Vallegordo, Vallechico y área de Murias de Paredes.
Los temas y las formas estéticas se desarrollan en función de la habilidad técnica y disponibilidad de materiales, dentro de los distintos modelos tradicionales, que clasificamos en los siguientes apartados: