Burros, ni sombra de lo que fueron
En el nombre llevan la penitencia. Burros. Y, sin embargo, son de los animales más queridos en las casas que los tienen cuyos dueños, rústicos labradores, no dudan en preguntar aquello de ‘‘ ¿no veríais por ahí a la mi burrina?’’ cuando nadie se los podía imaginar usando términos tan cariñosos para la mujer... y viceversa.
En el nombre llevan la penitencia y, sin embargo, han sido los compañeros fieles y trabajadores de aquellas recordadas mujeres carboneras que repartían por las casas grandes serones de carbón para las viejas cocinas.
En el nombre llevan la penitencia y, sin embargo, han transportado un día tras otro pequeños carros de hierba verde para las vacas que se quedan en las cuadras enfermas o recién paridas.
En el nombre llevan la penitencia y, sin embargo, han arado tierras de las que salían patatas para toda la familia.
En el nombre llevan la penitencia y, sin embargo, han abonado los pastos y tierras más alejados de las carreteras y los caminos, los más difíciles.
En el nombre llevan la penitencia y, sin embargo, han sido nobles ‘caballos’ llevando a sus dueños a las faenas diarias o una urgente visita médica.
Pero ya no son ni sombra de lo que eran. Se han quedado como especie protegida, casi de museo, o como un miembro más del belén navideño.
¡OJO! ESTO CONCIERNE SOLO A LA DE ABAJO!.... no, es pa´por si acaso.... ya me veo yo a los más graciosillos faciendo comentarios jocosos......
En el nombre llevan la penitencia. Burros. Y, sin embargo, son de los animales más queridos en las casas que los tienen cuyos dueños, rústicos labradores, no dudan en preguntar aquello de ‘‘ ¿no veríais por ahí a la mi burrina?’’ cuando nadie se los podía imaginar usando términos tan cariñosos para la mujer... y viceversa.
En el nombre llevan la penitencia y, sin embargo, han sido los compañeros fieles y trabajadores de aquellas recordadas mujeres carboneras que repartían por las casas grandes serones de carbón para las viejas cocinas.
En el nombre llevan la penitencia y, sin embargo, han transportado un día tras otro pequeños carros de hierba verde para las vacas que se quedan en las cuadras enfermas o recién paridas.
En el nombre llevan la penitencia y, sin embargo, han arado tierras de las que salían patatas para toda la familia.
En el nombre llevan la penitencia y, sin embargo, han abonado los pastos y tierras más alejados de las carreteras y los caminos, los más difíciles.
En el nombre llevan la penitencia y, sin embargo, han sido nobles ‘caballos’ llevando a sus dueños a las faenas diarias o una urgente visita médica.
Pero ya no son ni sombra de lo que eran. Se han quedado como especie protegida, casi de museo, o como un miembro más del belén navideño.
¡OJO! ESTO CONCIERNE SOLO A LA DE ABAJO!.... no, es pa´por si acaso.... ya me veo yo a los más graciosillos faciendo comentarios jocosos......