Establos
En los tipos más primitivos de la casa, las cuadras estaban integradas en el bloque de la misma. Cuando la vivienda era de una planta, ocupaban espacios adyacentes. En la casa de alto y bajo era frecuente situarlas bajo las estancias por ser fuente de calor y lugar adecuado para controlar el ganado, hasta el extremo de poseer en el entablamento de las cocinas un agujero llamado coladera, a través del cual se ojeaban los animales y se vertían las basuras. En las que se situaban en torno al corral (fots. 162 y 163), la parte superior de la construcción se destinaba para pajar.
Los establos, según el tamaño y tipo de ganado, se dividían en:
– corte: para ganado menudo - establo: para ganado vacuno
– cubil: que hacía las funciones de cochiquera
– parada: “lugar en que se encierra un caballo padre o un burro garañón” (Morán Bardón, 1950, 41)
– caballeriza: cuadra dedicada a ganado equino
Estos corrales de tierra apisonada o enllabanaos (fots. 164 y 165), a los que se accedía por la portalina (fot. 166), poseían una serie de cobertizos donde guardar los angarrios, algunos todavía con una cubierta de cuelmo sostenida por pies derechos de madera (fot. 167) o columnas de mampuesto con amplio diámetro (fot. 168).
A pesar de las modificaciones que ha ido teniendo la arquitectura omañesa, son las cuadras junto a los pajares los que han conservado la cubierta de paja. Sin embargo, al disminuir la fuerza económica de la comarca con la pérdida de población y explotaciones ganaderas, que es la base económica, estas construcciones han sufrido una paulatina ruina que hoy resulta en muchos casos irreversible y en otros difícilmente de preservar.
En los tipos más primitivos de la casa, las cuadras estaban integradas en el bloque de la misma. Cuando la vivienda era de una planta, ocupaban espacios adyacentes. En la casa de alto y bajo era frecuente situarlas bajo las estancias por ser fuente de calor y lugar adecuado para controlar el ganado, hasta el extremo de poseer en el entablamento de las cocinas un agujero llamado coladera, a través del cual se ojeaban los animales y se vertían las basuras. En las que se situaban en torno al corral (fots. 162 y 163), la parte superior de la construcción se destinaba para pajar.
Los establos, según el tamaño y tipo de ganado, se dividían en:
– corte: para ganado menudo - establo: para ganado vacuno
– cubil: que hacía las funciones de cochiquera
– parada: “lugar en que se encierra un caballo padre o un burro garañón” (Morán Bardón, 1950, 41)
– caballeriza: cuadra dedicada a ganado equino
Estos corrales de tierra apisonada o enllabanaos (fots. 164 y 165), a los que se accedía por la portalina (fot. 166), poseían una serie de cobertizos donde guardar los angarrios, algunos todavía con una cubierta de cuelmo sostenida por pies derechos de madera (fot. 167) o columnas de mampuesto con amplio diámetro (fot. 168).
A pesar de las modificaciones que ha ido teniendo la arquitectura omañesa, son las cuadras junto a los pajares los que han conservado la cubierta de paja. Sin embargo, al disminuir la fuerza económica de la comarca con la pérdida de población y explotaciones ganaderas, que es la base económica, estas construcciones han sufrido una paulatina ruina que hoy resulta en muchos casos irreversible y en otros difícilmente de preservar.